Son los ingredientes del nuevo culebrón, en su modalidad de ficción ligera, un precocinado de entretenimiento y desinformación, que se mezcla con la posverdad como una pulpa de rumorología incierta
Se toma un cuadro. Para la ocasión, Compartimento C, coche 193, un Hopper de 1938. Se fija entonces toda la atención en un detalle insignificante. En este caso, el lejano puente que se observa a través de la ventanilla del tren en el que viaja una misteriosa mujer que lee unos papeles. Ese mismo paisaje, en segundísimo plano, se hilvana con otra pintura, y así, de lienzo en lienzo, con tesón de sastre, como quien no quiere la cosa, ya se ha creado un hilo. Lo ha hecho Juanjo Ramírez, guionista, entre otros, de José Mota presenta y Vaya semanita. A modo de saltimbanqui, en pocas horas, atando cabos, se ha paseado por la historia del arte. Siete mil retweets avalan su ingenio, antes de aclarar en El Periódico, por si las moscas: "Que todo es un disparate"(1).
La puntualización es determinante en una época en la que todo lo que aparece en las redes tiene aire de vademécum. Sin ir más lejos, el periodista Oriol Querol, experto en taquillazos digitales, aprovechó a principios de verano el diseño del tatuaje de la Sagrada Familia que luce Ed Sheeran para crear otro hilo polémico, desempolvando una vieja teoría sobre los planos de Antoni Gaudí, que, según elucubraba, habrían quedado revelados, por fin, en la piel del cantante. Sobra decir que el debate llegó a los medios por mucho que el artífice del dibujo, el tatuador de estrellas del pop, Kevin Paul, explicó hasta la saciedad que él solo se había guiado de un boceto sacado de Google (2).
Son los ingredientes del nuevo culebrón, en su modalidad de ficción ligera, un precocinado de entretenimiento y desinformación, que se mezcla con la posverdad como una pulpa de rumorología incierta. Brasil es el último ejemplo. A pocos días para el desempate en las presidenciales, los bulos inundan WhatsApp. Según un estudio conjunto, realizado entre las universidades de Minas Gerais y Sâo Paulo, en colaboración con la plataforma de verificación de datos Agência Lupa, el 56% de las imágenes más compartidas en los chats políticos son, cuando menos, engañosas. Solo un 8% pueden considerarse plenamente veraces (3). Conviene recalcarlo, una y mil veces, sobre todo ahora que, cada vez que sacamos una urna a paseo, las falsas noticias desbancan sin miramientos a los programas electorales.
(1) https://www.elperiodico.com/es/extra/20181022/el-hilo-de-los-cuadros-de-juanjo-ramirez-7104158
(2) https://cat.elpais.com/cat/2018/10/17/cultura/1539804889_011141.html
(3) https://www.nytimes.com/es/2018/10/18/eleccion-brasil-whatsapp-noticias-falsas/?rref=collection%2Fsectioncollection%2Fnyt-es
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