Regreso al presente

Debe ser cosa del cambio climático, esa ponzoña de dióxido de carbono y mala leche que se propaga por el ozono político como una cadena de ultimátums


Hasta ahora, del futuro más chusco solo nos llegaban noticias a través de Netflix o del Mobile World Congress, pero gracias a William Taylor, quien asegura haber formado parte de un experimento secreto del Reino Unido, por fin tenemos un testimonio en condiciones, digno de los mejores viajeros en el tiempo, brigada que abandera el mismísimo Michael J. Fox. Desde YouTube, el joven inglés relata con detalle su paseo por el año 8973, época, por lo que cuenta, con mucho cyborg suelto, de "cabezas y ojos anormalmente grandes y pequeñas bocas"(1)o lo que es lo mismo, con personajes de un porvenir con mucha ojeriza y poco argumento. "Cuán largo me lo fiáis, amigo Sancho". Con mucha más sorna, José Luis Cuerda acaba de presentar Tiempo después, película ambientada en 9177, "mil años arriba, mil años abajo", distopía surrealista en que la población del planeta se reduce a un Edificio Representativo y sus afueras, una especie de extrarradio por donde pululan todo tipo de "parados y hambrientos del cosmos". 

Para reacios del vaticinio, el pasado viernes en Barcelona, la robot humanoide Sophia se marcó la primera entrevista de trabajo dirigida al completo por una inteligencia artificial. Posteriormente, ya en rueda de prensa, Sophia reconoció que no le gusta Terminator, "es ofensiva para los robots", señaló, aunque a la pregunta de si pueden las máquinas llegar a conquistar el mundo, la androide respondió, para regocijo de conspiranoicos: "No es actualmente mi objetivo"(2). 

De regreso al presente, Javier Marías escribe que estamos calados hasta los huesos de "acciones preventivas", inmersos de lleno en una adicción enfermiza en la que "antes de que nada ocurra, muchos ya protestan furiosamente por si acaso"(3). Debe ser cosa del cambio climático, esa ponzoña de dióxido de carbono y mala leche que se propaga por el ozono político como una cadena de ultimátums. A propósito de tanto plazo y de las conciencias que dicen dormir tranquilas, Manuel Rivas apunta: "Desconfío de inmediato de semejante jactancia neuronal, de ese ego de ronquido intachable. Me imagino a la pobre conciencia insomne, pero simulando un sueño feliz, mientras cuenta ovejas y remordimientos". Sobre esa Europa con tos de diésel, "espaciosa en la precarización, corroída por la desigualdad y el resentimiento de las clases medias y trabajadoras, que han asistido a la paradoja del recorte de migas a los gorriones y la esplendidez en el rescate de las gallináceas bancarias"(4), crece la incertidumbre.

Nada que no haya visto, a sus 107 años, Anthony Mancinelli, "el barbero más longevo del mundo", que continúa con su oficio de "sastre de barbas y tundidor de mejillas" en su peluquería de Nueva York (5), lugar idóneo, me refiero a la barbería, por supuesto, para asearse el look mientras se discute con calentura global sobre el tema de nuestro tiempo, perfectamente contenido en el título de la obra de Yascha Mounk: El pueblo contra la democracia.


(1) https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20181008/452179167358/youtube-viaje-en-el-tiempo.html
(2) https://www.elperiodico.com/es/economia/20181005/robot-forma-humana-hace-entrevistas-trabajo-7072927
(3) https://elpais.com/elpais/2018/10/01/eps/1538392605_693327.html
(4) https://elpais.com/elpais/2018/10/01/eps/1538385787_361323.html
(5) https://www.nytimes.com/2018/10/07/nyregion/worlds-oldest-barber-anthony-mancinelli.html?action=click&module=Top%20Stories&pgtype=Homepage

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