Desde que Fukuyama publicó 'El fin de la historia', cualquier historiador con ganas de pagar su hipoteca a final de mes ha probado suerte con su propio reguetón, certificando, eso sí, que la Historia, a día de hoy, es un zombi de 'The walking dead', un catálogo de efemérides al servicio de Netflix y poco más, como un menú para niños
Se cumplen 30 años del artículo que vaticinó el final de la Historia y la Universidad de Alicante ha querido celebrarlo con la eliminación digital del nombre del alférez que participó en el consejo de guerra que condenó a pena de muerte a Miguel Hernández (1). Aquel artículo de Francis Fukuyama, por entonces, joven politólogo en busca de followers, estaba destinado a convertirse en la canción del verano de 1989, cuando apareció por primera vez en una revista de corte neoconservador bajo el interrogante ¿El fin de la Historia? El revuelo fue tan sonoro que, apenas tres años más tarde, en 1992, tras pasar por el forense editorial, se publicaba como ensayo superventas, bajo el definitivo y mediático título barra esquela: El fin de la Historia y el último hombre (2). Desde entonces, cualquier historiador con ganas de pagar su hipoteca a final de mes ha probado suerte con su propio reguetón, certificando, eso sí, que la Historia, a día de hoy, es un zombi de The Walking dead, un catálogo de efemérides al servicio de Netflix y poco más, como un menú para niños.
En Todo lo que fue sagrado se va perdiendo en los bolsillos, Sergio del Molino escribe: "Las calles del futuro no llevarán nombres de escritores"(3). Probablemente tampoco de personajes históricos, debido a esta dieta para intolerantes. Y añade: "El busto de los escritores en las casetas de la feria del libro es uno de los pocos recuerdos de cuando eran sagrados. Es un simulacro folclórico, pues la literatura perdió hace tiempo esa sacralidad, pero el folclore consiste precisamente en escenificar como teatro lo que en una época ya olvidada fue liturgia sincera (...) La televisión fue sagrada también, por eso se colocaba en el mejor sitio del salón, el que antes se reservaba al fuego del hogar, y en España se inventaron unos aparadores horrorosos que ocupaban una pared entera y tenían como función servir de retablo doméstico donde la tele hacía las veces de la Virgen o de Cristo"(3).
De aquella época solo nos quedan unas cuantas polaroids como teselas de algún mosaico romano. "En los famosos apartamentos del Un, dos, tres ahora se vende droga", titula El Periódico (4). Las viviendas que regalaba el programa de TVE en Torrevieja, sueño de toda una generación de españoles, están "totalmente abandonadas o habitadas por okupas". Contra ese devenir, los disidentes de una isla noruega, Sommar, han acordado abolir el tiempo (5), la versión nórdica de la contraofensiva ibérica liderada por la Universidad Permanente de Cantabria, que ha comenzado una campaña de recogida de firmas en Change.org, ese lugar común que, como dice Quim Monzó, "es lo primero que se le ocurre a quien no se le ocurre nada más que seguir la vereda que ya han andado otros"(6), para conseguir que la RAE cambie la definición de vejez, a saber: "Cualidad de viejo; edad senil, senectud; achaques, manías, actitudes propias de la edad de los viejos"; y, tal vez, la más ilustrativa de todas: "Dicho o narración de algo muy sabido o vulgar". Todo sea por no aceptar el irremediable paso del tiempo.
(1) https://elpais.com/cultura/2019/06/17/actualidad/1560798031_638949.html
(2) https://blogs.elconfidencial.com/cultura/el-erizo-y-el-zorro/2019-06-18/francis-fukuyama-el-fin-de-la-historia-aniversario_2074702/
(3) https://elpais.com/cultura/2019/06/15/television/1560617873_257569.html
(4) https://www.elperiodico.com/es/yotele/20190619/apartamentos-torrevieja-un-dos-tres-dorga-7512829
(5) https://elpais.com/internacional/2019/06/18/mundo_global/1560882835_445270.html
(6) https://www.lavanguardia.com/opinion/20190620/463002632317/demasiados-changeorg.html
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