Estamos en la quincena de la iconoclastia. Puede decapitar un bronce ahora y no empezar a pagarlo hasta de aquí a tres meses. Se trata de un nuevo rito de iniciación, el paso definitivo a la inmadurez permanente
Cuando has comprado un libro en Amazon, pongamos El Quijote, porque lo recomienda tu booktuber favorito, y luego resulta que llega a casa y el libro en cuestión es un tocho que pesa más que una mancuerna para hacer bíceps, te dan ganas de armar un hashtag del copón, o si el escritor, como es el caso, no tiene cuenta oficial de Twitter porque lleva unos siglos muerto, buscar su estatua más cercana y dedicarle un sutil "bastardo".
Algo así debe haber ocurrido en San Francisco, ciudad donde los críticos siempre fueron más de Lope. Ahora, entre los activistas más leídos ha cundido que Cervantes, además de escritor, fue un consumado esclavista. Es una parte poco conocida de su biografía, de hecho, tan desconocida que es falsa. Pero eso, es lo de menos. Da igual que Cervantes, más que esclavista fuese esclavo, la Wikipedia no puede estropear un buen aquelarre. Estamos en la quincena de la iconoclastia. Puede decapitar un bronce ahora y no empezar a pagarlo hasta dentro de tres meses. Se trata de un nuevo rito de iniciación, el paso definitivo a la inmadurez permanente. En Kenia, los masáis cazan leones para demostrar su hombría; aquí, para ser un antirracista cien por cien biodegradable, basta con ir a la plaza del pueblo, pintarrajear el primer monumento con paloma que se ponga a tiro y subirlo a Instagram Stories. Ocurre cuando a los bustos se les buscan parecidos razonables en función del último papanatismo en juego, una manera muy antigua de ahumar el presente. Es más, si nos ponemos tan exquisitos, nos quedamos sin santoral porque no hay ídolo que pase la prueba de Hacienda.
Manuel Jabois bromea en la Ser: "Si los ataques a escritores empiezan con Cervantes, igual estamos poniendo el listón un poco alto". Y Rubén Amón, desde El Confidencial, avisa de que a este ritmo el mismísimo Manneken Pis, "un niño meando con la chorra a la vista", podría incitar a pederastas. ¡Abajo con él! Recuerden el dicho: Cuando las estatuas de tu vecino veas afeitar...