Memorias de un hombre rana

Cine y Literatura tratan de explicarse qué le ocurre a esta Europa posmuro, destelonada y confusa, un fracaso histórico que titubea entre el comunismo anacrónico y el capitalismo voraz




Para que Hitler no se atragantara, ni cayera envenenado como una Blancanieves, contaba con un equipo de quince degustadoras que paladeaban con una hora de antelación toda la comida del Führer. Una novela, La catadora, de la italiana Rosella Postorino, reconstruye ahora la vida de Margot Wölk, la única superviviente (falleció en 2014) de aquel grupo de mujeres (1). El lanzamiento coincide con el estreno cinematográfico de El fotógrafo de Mathaussen, la película basada en el libro del historiador Benito Bermejo, que rescató del olvido la historia del reportero Francisco Boix, uno de los más de siete mil presos españoles deportados que, tras ganarse la confianza de los guardias en el campo de concentración, logró esconder más de veinte mil fotografías que sirvieron de prueba durante los juicios de Nuremberg y Dachau para demostrar la barbarie y el sadismo de los nazis (2)

Más o menos por la misma fecha, Franco hacía sus pinitos novelescos y publicaba, bajo el seudónimo de Jaime de Andrade, Raza, panfleto nacionalcatólico con tintes autobiográficos, que inspiró, a principios de los cuarenta, la película firmada por José Luis Saénz de Heredia, primo de José Antonio Primo de Rivera, única cinta española cuyo guion está catalogado como Bien de Interés Cultural desde 1993 en Navarra, según hemos sabido esta misma semana, un despropósito como una carambola del que, de momento, nadie se hace responsable (3).

De toda aquella época delirante ha hecho su santo y seña el aclamado director polaco Pawel Pawlikowski que, después de brillar con Ida, arrasa ahora con Cold War, historia que encandila a público y crítica hasta el punto de ser considerada ya una "obra maestra". Mucho antes de convertirse en genio del séptimo arte, el joven Pawlikowski, recién titulado en Filosofía y Literatura por Oxford, rodó, en 1991, Los viajes de Dostoievski, un documental que reproduce el camino que el gran escritor ruso recorrió en 1862, de San Petersburgo a Berlín y luego Londres, encarnado en esta ocasión por Dimitri, único descendiente vivo del autor de Crimen y castigo, que recrea las huellas continentales de su bisabuelo, de este a oeste, pero no por nostalgia o pasión por las letras, sino movido únicamente por un sueño consumista, motivo último de su periplo, que no es otro que hacerse con un Mercedesen un retrato escéptico de un fracaso histórico, el de la Europa posmuro, destelonada y confusa, que oscila entre la asfixiante burocracia comunista y el capitalismo insaciable. Solo un año más tarde, en 1992, llegó la premiada Serbian Epics, terrible film que sirvió de documentación en el Tribunal Penal Internacional de la Haya para la ex Yugoslavia. En el reportaje, una secuencia histórica, la del criminal de guerra, Radovan Karadzic, recitándole unos versos, en una colina de Sarajevo, al estrafalario intelectual ruso, Eduard Limónov, que, entre rimas, prueba puntería con un cachorro, antes de convertirse en el personaje magistralmente retratado por Emmanuel Carrère. El propio Pawlikowski, en una entrevista en El País,  reconocía que Limónov "dice mucho de hoy, de la confusión y atracción que tenemos por las ideas de la derecha, lo que es terrorífico"(4).

Y es en toda esa desorientación mercadotécnica donde confluyen todo tipo de desmayos. El penúltimo, tal vez, esa revisión de algunos clásicos como el Principito y La casa de Bernarda Alba, presentados ahora en Amazon como La principesa y La casa de Bernardo Alba, después de pasar por un tamiz de paridad literaria donde solo falta Doña Quijota de la Mancha (5)En Las mentiras de la vida y la verdad de la ficciónIgnacio Miquel, autor de Las confabulaciones (memorias de un hombre rana), recuerda que escribió la novela tras perder su trabajo por un ERE, quizá por eso, el protagonista del relato sostiene que: "Si no fuera por la imaginación la vida sería una sucesión de trámites sin cuento..."(6). En su columna, dedicada a una juventud a la que le siguen "precintando el futuro", Antonio Lucas sentencia: "Escribir es una forma de no aceptar lo irremediable"(7).


(1) https://elpais.com/cultura/2018/10/25/actualidad/1540486227_250076.html
(2) https://www.abc.es/historia/abci-fotografo-mauthausen-verdad-tras-espanol-demostro-barbarie-sadicos-guardias-nazis-201810260235_noticia.html
(3) https://elpais.com/cultura/2018/10/25/actualidad/1540495212_907909.html
(4) https://elpais.com/cultura/2018/10/24/actualidad/1540400548_334384.html
(5) https://www.lavanguardia.com/opinion/20181026/452551715987/la-contrasena-es-inclusividad.html
(6) https://www.zendalibros.com/las-mentiras-de-la-vida-y-la-verdad-de-la-ficcion/
(7) https://www.elmundo.es/opinion/2018/10/26/5bd32b55468aebfa678b4599.html

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