Con el realismo de farra, la actualidad se vuelca en las ficciones. Durante estos días, cualquier noticia debería aclarar que está basada en hechos irreales
Se empieza con lo típico: "Envía muchas fotos y tráenos un recuerdo"; y se acaba por un anuncio de Securitas Direct, que enmascarado de simulación publicitaria, nos vende una alarma antirrobos. Con el realismo de farra, en Mikonos o Magaluf, a punto de la insolación o el coma etílico, la fábula, con sus moralejas, toma la palabra: Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez, ficha por el Instituto de Empresa (notarán la familiaridad de los nombres, como de pareja del 4º B al corriente de pago), y, de paso, le da una tregua a todo ese asunto del currículo de Pablo Casado, en un gesto conciliador, santo y seña del presidente, cortesía de la nueva política española.
En sus Memorias, Roman Polanski apunta: "Desde que yo recuerdo, la línea entre la fantasía y la realidad ha estado siempre irremediablemente borrosa". La frase sirve de introducción para una semana que debería llevar de posdata: "Basada en hechos ficticios". Veamos: "Solo Wonder Woman irá a la playa de las Dunas en Fuenteventura", titula El País (1). Se refiere al cierre del arenal de Corralejo en lo que dura el rodaje de la película sobre la superheroína, nacida del ménage a trois entre el psicólogo William Moulton (inventor del test de presión sanguínea para la detección de mentiras que sirve de base del polígrafo), Elizabeth Holloway y Olive Byrne.
En sus Memorias, Roman Polanski apunta: "Desde que yo recuerdo, la línea entre la fantasía y la realidad ha estado siempre irremediablemente borrosa". La frase sirve de introducción para una semana que debería llevar de posdata: "Basada en hechos ficticios". Veamos: "Solo Wonder Woman irá a la playa de las Dunas en Fuenteventura", titula El País (1). Se refiere al cierre del arenal de Corralejo en lo que dura el rodaje de la película sobre la superheroína, nacida del ménage a trois entre el psicólogo William Moulton (inventor del test de presión sanguínea para la detección de mentiras que sirve de base del polígrafo), Elizabeth Holloway y Olive Byrne.
"Coches quemados y otras fechorías de los payasos justicieros", añade al carro de la actualidad (ahora que Amazon impone su lenguaje) el diario La Rioja, después de la caída en Logroño de una banda que se ha pasado todo el mes de julio emulando las gamberradas de los protagonistas de La que se avecina (Telecinco) (2), en competencia directa con los centenares de mujeres que por todo el mundo, vestidas con túnicas rojas y sombreros blancos, reivindican la revolución feminista, inspiradas en El cuento de la criada, el bestseller distópico de Margaret Atwood, adaptado a la televisión en formato serie y emitido por Antena 3 (3).
Por si faltasen argumentos, Van Gogh, el genio atormentado que se reencarnó en Kirk Douglas, renace ahora como diseñador post mortem a través de una colección de ropa y calzado que apenas ha tardado dos días en agotarse (4). Llama la atención porque una de sus obras más crípticas, Un par de zapatos, continúa despertando, a día de hoy, un debate filosófico por el que ya transitaron Heidegger y Derrida, entre muchos otros.
Y por seguir sumando alicientes, Clark Kent, un niño de diez años al que sus padres pusieron el nombre de Superman, pulverizó hace unos días, en los cien metros mariposa, un récord de Michael Phelps que llevaba más de dos décadas intacto (5).
El repertorio coincide con la sección de verano que estrena El Mundo: Españoles de novela, inaugurada por Sandokán, el personaje creado por el escritor italiano Emilio Salgari, quien se batió en duelo en 1885 con el periodista que destapó que su biografía de explorador por el Pacífico era falsa y, en gran parte, calcada a la del gaditano Carlos Cuarteroni, cuya increíble vida de marinero, ésta sí, cierta, inspiró, según la historiadora Alicia Castellanos, al mítico protagonista de las novelas de aventuras (6).
Un poco antes, dos siglos concretamente, el irlandés William Lamport pasó por Santiago de Compostela, Salamanca y San Lorenzo de El Escorial, deslumbrando desde la cantera por su destreza en la esgrima. Corsario, capitán de los tercios, espía a sueldo del Conde Duque de Olivares, poeta, astrónomo... si William Lamport se hizo célebre fue gracias a su defensa a ultranza de la causa indígena y esclava en la América española, donde inventó su propia identidad, presentándose como Guillén Lombardo de Guzmán, todo un icono que retrató en el libro Memorias de un impostor, el general mexicano Vicente Riba Palacio, antes de que el periodista estadounidense Johnston McCulley se interesara por el tema y escribiera a principios del siglo XX La maldición de Capistrano, los dos relatos que dieron pie al nacimiento de El Zorro (7).
Como El Zorro, Freddie Highmore, protagonista de The Good Doctor, también fabuló parte de su pasado ibérico. Para perfeccionar su español, mientras estudiaba Filología española y árabe en Cambridge, el actor vivió un año en Madrid, donde se aficionó a practicar el idioma en los bares y tramó que tenía una abuela gallega para que "los demás me aceptaran como uno de los suyos", según explica (8).
Otro actor, Jack Nicholson, se dio de bruces con la realidad en 1974, con el estreno en Estados Unidos de Chinatown, de Roman Polanski. Un artículo publicado por Time reveló que su hermana, fallecida prematuramente en 1963, era en realidad su madre, y a la que había considerado siempre su madre era su abuela. Curiosamente, en la escena final de Chinatown, Faye Dunaway descubre que ha sido violada por su padre y que su hija es a la vez su hermana (9).
Precisamente, si alguien llevó al límite las fronteras entre realidad y ficción, fue Roman Polanski durante el rodaje, se cumple ahora medio siglo, de La semilla del diablo, una de las películas que más malditismo rebosa, filmada en el trágico edificio Dakota, donde más adelante moriría asesinado John Leenon y en cuyo ático había vivido nada más y nada menos que el Frankenstein Boris Karloff (10).
Con tal de imitar el enorme éxito cosechado por la novela de Ira Levin que inspiró la película de Polanski, William Peter Blatty, licenciado en Literatura Inglesa y exagente de inteligencia de la aviación americana en el Líbano, se presentó a un concurso de preguntas en televisión, fingiendo ser un príncipe árabe. No le fue nada mal la prueba, se embolsó diez mil dólares, lo que le permitió dejar su trabajo y dedicarse por entero a lo que realmente le apasionaba: la escritura. Así se fraguó El exorcista. Para colmo, resulta que el presentador de aquel programa era un cómico monumental que nunca se tomó nada demasiado en serio, Groucho Marx (11).
Como El Zorro, Freddie Highmore, protagonista de The Good Doctor, también fabuló parte de su pasado ibérico. Para perfeccionar su español, mientras estudiaba Filología española y árabe en Cambridge, el actor vivió un año en Madrid, donde se aficionó a practicar el idioma en los bares y tramó que tenía una abuela gallega para que "los demás me aceptaran como uno de los suyos", según explica (8).
Otro actor, Jack Nicholson, se dio de bruces con la realidad en 1974, con el estreno en Estados Unidos de Chinatown, de Roman Polanski. Un artículo publicado por Time reveló que su hermana, fallecida prematuramente en 1963, era en realidad su madre, y a la que había considerado siempre su madre era su abuela. Curiosamente, en la escena final de Chinatown, Faye Dunaway descubre que ha sido violada por su padre y que su hija es a la vez su hermana (9).
Precisamente, si alguien llevó al límite las fronteras entre realidad y ficción, fue Roman Polanski durante el rodaje, se cumple ahora medio siglo, de La semilla del diablo, una de las películas que más malditismo rebosa, filmada en el trágico edificio Dakota, donde más adelante moriría asesinado John Leenon y en cuyo ático había vivido nada más y nada menos que el Frankenstein Boris Karloff (10).
Con tal de imitar el enorme éxito cosechado por la novela de Ira Levin que inspiró la película de Polanski, William Peter Blatty, licenciado en Literatura Inglesa y exagente de inteligencia de la aviación americana en el Líbano, se presentó a un concurso de preguntas en televisión, fingiendo ser un príncipe árabe. No le fue nada mal la prueba, se embolsó diez mil dólares, lo que le permitió dejar su trabajo y dedicarse por entero a lo que realmente le apasionaba: la escritura. Así se fraguó El exorcista. Para colmo, resulta que el presentador de aquel programa era un cómico monumental que nunca se tomó nada demasiado en serio, Groucho Marx (11).
(7) http://www.elmundo.es/cronica/2018/08/09/5b647a08e5fdea337b8b4613.html
(8) https://www.abc.es/play/series/noticias/abci-abuela-gallega-protagonista-good-doctor-201808090245_noticia.html
(9) https://elpais.com/elpais/2018/08/10/icon/1533888235_010205.html
(10) https://www.lavanguardia.com/cultura/20180612/4520467463/rodaje-infernal-la-semilla-del-diablo-pelicula-maldita-polanski.html
(11) https://www.zendalibros.com/marxista-la-nina-exorcista/
(8) https://www.abc.es/play/series/noticias/abci-abuela-gallega-protagonista-good-doctor-201808090245_noticia.html
(9) https://elpais.com/elpais/2018/08/10/icon/1533888235_010205.html
(10) https://www.lavanguardia.com/cultura/20180612/4520467463/rodaje-infernal-la-semilla-del-diablo-pelicula-maldita-polanski.html
(11) https://www.zendalibros.com/marxista-la-nina-exorcista/
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