En el nombre del padre

Un agujero negro se abre en mitad de un habitáculo, como una incitación al vacío, una especie de atajo hacia la noche del mundo



Con el día mundial de la Fotografía esperando su turno, una imagen plasma como ninguna otra el vértigo exacto que nos consume. Se trata del accidente que ha sufrido un turista italiano, caído literalmente en el pozo del arte, mientras visitaba, en el Museo Serralves de Oporto, la obra Descenso al limbo, del artista angloindio Anish Kapoor, un agujero negro que se abre en mitad de un habitáculo, como una incitación al vacío, una especie de atajo hacia la noche del mundo (1)

Por especular un rato, al fin y al cabo de eso va el futuro, también el pasado y, seguramente, por inercia, la parte más ociosa de nuestro presente perdido, quizá solo pretendiera desaparecer por unas horas, alcanzar las latitudes del punto Nemo, el lugar más inaccesible del planeta, a casi tres mil kilómetros de cualquier referencia terrena, en algún punto remoto del Pacífico, entre la Antártida, Chile y Nueva Zelanda, tan lejano que los habitantes más próximos son los astronautas de la Estación Espacial Internacional cuando orbitan a unos cuatrocientos kilómetros de la Tierra. Sus coordenadas fueron calculadas, en 1992, por el topógrafo Hrvoje Lukatela, quien inspirado en las páginas de Julio Verne le dio el nombre del mítico capitán del Nautilus, Nemo, que en latín significa nadie. Resulta tan inhóspito que las agencias espaciales lo han convertido en su particular cementerio y programan desde hace años la caída de chatarra galáctica en sus profundidades (2).

A otro tipo de desechos, en este caso textiles, quieren poner fin, de una vez por todas, en África. En el mercado callejero de Combattant, junto al aeropuerto de Bangui, en la República Centroafricana, se venden camisetas de la Juventus con la inscripción: "Campeones de Europa 2017". Nada extraordinario si no fuera porque aquella edición de la Champions la ganó el Real Madrid y la prenda en cuestión forma parte una remesa que el club italiano estampó con la idea de festejar el título en caso de victoria. La llaman "ropa de blanco muerto" o chagua, toneladas de ropaje de segunda mano, procedentes de Europa, Canadá y Estados Unidos (China anda al acecho), que ahora varios países como Ruanda, Burundi, Uganda y Tanzania quieren prohibir, puesto que su venta ambulante amenaza a los productores locales, incapaces de competir con sus precios (3).

Son las consecuencias de una caridad que no siempre es lo que parece. Lo sabemos en una semana atroz, con el informe que ha destapado las aberraciones sistemáticas cometidas por la iglesia de Pensilvania, unos 300 "curas depredadores" habrían abusado, a lo largo de siete décadas, de más de un millar de menores (4)

Y de repente, la muerte de Aretha Flanklin (5), la dama del soul, cobra sentido de llanto espiritual, de alma que pierde el latido de su voz, incapaz de articular una sola sílaba entre tanto titular para el desaliento, como el de la joven pareja viajera que "daba a conocer el lado más bondadoso del mundo" hasta que fue asesinada, hace tan solo unos días, por el ISIS (6). Noticias que son una invitación de última hora para asistir a una muestra en Oporto, de un artista angloindio, con un agujero negro que se abre en mitad de un habitáculo, como una incitación al vacío, una especie de atajo hacia la noche más oscura del mundo.


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