Con chanclas y a lo loco

Dicen los que han tenido una experiencia cercana a las vacaciones que justo antes de morir hay quien ve pasar su Instagram por delante a toda hostia



Se nos está quedando un verano de mucha competición y poco público. Uno se va a la cama cuando amanece en Tokio, y se levanta con un oro en vacunación y otro en foso mixto. Lo del foso, ya me perdonarán los expertos, suena a peli de romanos, a leones con hambre, a pan y circo. Pedro Sánchez va pregonando que de los 1.463 compromisos que adquirió su gobierno, ya ha cumplido con el 33% -porcentaje ÑBA-. Lo bueno de prometer tanto es que nadie se aprende la lista completa, así que a la hora de rendir cuentas nadie se acuerda de cuál era el compromiso 834, por ejemplo. Había un famoso mago, érase una vez, cuando la magia todavía no era pop, que se colgaba medallas después de cada truco. Aquello era un ¡tachán!, esto es un publirreportaje. Como no hay muchas alegrías pendientes, toca jalear cada penalti córner como si fuera un diploma olímpico. ¿Y la oposición? A lo suyo. Bloqueando las instituciones como hacen los buenos demócratas. O practicando el nongratismo, que es otra esgrima con opciones de podio. Simone Biles, ya lo ven, habría necesitado un chute de arrogancia política. Por suerte, ahora toca broncearse, seguir el Sálvame de Corinna y sacar la tercera ristra de ajos para protegerse de la variante Delta. Son las vacaciones multinivel, ese estribillo, según el cual, mientras usted visita los siete rincones más exóticos de su pueblo, otro se pasa el toque de queda por la eslora del velero de José Luis Perales. Dicen los que han tenido una experiencia cercana a las vacaciones que justo antes de morir hay quien ve pasar su Instagram por delante a toda hostia, una secuencia finita de veranos perdidos con chanclas y a lo loco. (Feliz agosto).

 




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