Queremos una certeza a domicilio. Y rapidito, que no
se enfríe. Por eso pedimos una vacuna para llevar, como quien encarga una pizza
con extra de queso. Hemos rebajado el estatus de científico a chamán de pueblo.
Y así nos va. Hay laboratorios con el Quimicefa rindiendo por encima de sus
posibilidades
Hay parejas que están condenadas a la separación de bienes, como Johnny Depp y Amber Heard, Marta y Marilia, de Ella baila sola, o turismo y pandemia. A falta de competición de nivel, nos vale cualquier campeonato de petanca, ya sea la Vuelta a Burgos o la carrera de Fórmula 1 por encontrar una vacuna contra el Covid-19. "Los adivinos se hacen más necesarios en tiempos de crisis", titula La Vanguardia. Queremos una certeza a domicilio. Y rapidito, que no se enfríe. Por eso pedimos una vacuna para llevar, como quien encarga una pizza con extra de queso. Hemos rebajado el estatus de científico a chamán de pueblo. Y así nos va. Hay laboratorios con el Quimicefa rindiendo por encima de sus posibilidades, y unos cuantos forrándose a costa de inflar los logros de la nueva burbuja farmacéutica. Lo que desata el espionaje -ya saben que en este país, ser o no ser depende de aparecer en un casete de Villarejo- y el interés de HBO, que ya prepara una serie, con paridad de muertos, suponemos, no vaya a ser que algún colectivo se moleste por no tener vela en este entierro.
Tampoco ayuda el desgobierno de nuestros políticos, que cambian de idea según sopla la última intención de voto disponible. Estamos en un momento crítico, dice el president de la Generalitat, Quim Torra, pero vengan a visitarnos. Si son turistas, el rapapolvo no va con ustedes. Disfrutar de la Sagrada Familia o PortAventura no entraña más riesgo que el balconing o un coma etílico. O decretando cuarentenas como ha hecho el Reino Unido, lo que favorece que cierto hooliganismo se deje los peniques en su campiña, mientras varios de sus ministros veranean en España. Otra cosa muy distinta es el uso que nosotros hayamos hecho de la energía solar que nos ha tocado en suerte. Desde Paco Martínez Soria y Los Stop, aquí no hay industria sin vistas al mar. Ni PIB sin chiringuito. Con un millón de parados en los últimos meses no es cuestión de derrochar comodines. Si hay que reponer Gandia Shore, amén. Todo sea por la pasta; perdón, quiero decir por las energías renovables. Sobre todo ahora que le hemos visto las orejas al paro y sabemos que la desescalada exprés fue una chapuza para tratar de salvar una micronésima parte de la temporada.
Y hablando de temporadas, si tienen mono deportivo, sepan que ha vuelto la liga de béisbol, con un equipo, los Blue Jays de Toronto, sin estadio, porque las autoridades sanitarias de Canadá, viendo cómo se propaga el virus por los dominios de Trump, no están dispuestas a correr ningún peligro. Traducido al castellano, jays significa "arrendajos", un tipo de pájaro que, en su versión euroasiática, recibe el nombre científico de garrulus, un mote que ni pintado para estos tiempos.