El olvido que seremos

La Ășltima hora impone su dictadura. Es la rabiosa actualidad. Recambio incesante de contenidos frescos. Listos para consumir.
La prisa entorpece la digestiĂłn. Y el debate descarrĂ­a, reducido a un "coloquio de perros" menos ejemplar que el de Cervantes





Casi mediodĂ­a. En la web de El PeriĂłdico: "El Tour decide finalmente no admitir a Froome y lo declara persona non grata". En El PaĂ­s, entretanto: "Frome podrĂĄ correr el Tour de Francia al no sancionar la UCI su positivo". En medio: un desajuste de Ășltima hora. Un jet lag electrĂłnico y varios control efe cinco de retraso. Actualizar o morir. Los titulares imponen su ritmo frenĂ©tico de velocista jamaicano. A los nuevos plumillas se les exige el teclado rĂĄpido y la pulsaciĂłn espontĂĄnea. La lectura se envilece. No hay noticia que aguante un pestañeo. Bienvenidos a la obsolescencia informativa. Urge un contenedor que recicle la realidad sobrante, una sarta infinita de renglones caducados. Lo que se publicĂł hace unos segundos ya es una reliquia de hemeroteca.

AsĂ­ que vayan limpiando Twitter si no quieren exponer sus reflexiones antediluvianas. Quien avisa... El dĂ­a menos pensado reciben una llamada del ministerio de turno. O de la cĂșpula de radio televisiĂłn. Y entonces toca a rebato. Remangarse y pasar el mocho, a prisa y corriendo. Con dosis doble de desinfectante. Para dejarlo todo niquelado cuando lleguen las visitas a la red. Ni mĂĄcula de incorrecciĂłn. Las madres analĂłgicas educaban a sus hijos para salir de casa con la muda impoluta. HĂĄgase extensible al pelo y los zapatos. Cada mañana, pasaban revista. Las madres digitales deben añadir al repertorio, el saneamiento de cuentas con tal de evitar sobresaltos futuros. Ahora toca ser perfectos de la cabeza al rabo. De alfa a omega. Las veinticuatro horas. Sin tregua. Cualquier cosa que escriban podrĂĄ ser usada en su contra, deberĂ­an advertir los policĂ­as en sus visitas didĂĄcticas a los colegios. Lo mismo da que pasen diecisiete meses que catorce años, cuando ya ni lo recuerden, quizĂĄ ni lo suscriban, reflotarĂĄ su traspiĂ©. Y todo al garete. Por aspersiĂłn. De la noche a la mañana. El cambio de lĂ­nea editorial no es un atenuante. Ni siquiera una opciĂłn. Un batallĂłn de carroñeros, "con manto de Inmaculada", estĂĄ dispuesto a ensañarse. Lo pide la audiencia, "de boquilla, claro estĂĄ; sin entrenamiento previo; sin tradiciĂłn de honradez; con los aspavientos y la ira inquisitorial de los conversos, es decir, de los hipĂłcritas", escribe Javier MarĂ­as en LĂ­branos de los puros, señor (1).


AsĂ­ que vayan limpiando Twitter si no quieren exponer sus reflexiones antediluvianas. El dĂ­a menos pensado reciben una llamada del ministerio de turno. O de la cĂșpula de radio televisiĂłn. Y entonces toca a rebato. Remangarse y pasar el mocho. Con dosis doble de desinfectante. Para dejarlo todo niquelado cuando lleguen las visitas a la red

Y si no les gusta, tenemos el portazo. Muy en boga. En la mesa no se habla de polĂ­tica, aconsejaba a mediados del XIX, El Manual de Carreño. Sobre todo, modales. Nada de argumentos. ¿Para quĂ©? Entre incompetentes, el diĂĄlogo es sacrilegio. Escuchar al "contrario", a estas alturas, es poco menos que un crimen. La conversaciĂłn es una debilidad que deja al descubierto los entresijos de los discursos grandilocuentes. La intransigencia es otra cosa. Donde va a parar. Su postura inflexible; de militancia ciega; de cĂłnclave y fumata. El objetivo entre ceja y ceja... "En una novela del gran Don Delillo se cuenta que las palabras fascinaciĂłn y fascismo tienen la misma raĂ­z", recalca Sergi PĂ mies en La Vanguardia (2). Se refiere a Running Dog (1978), donde entre anticuarios, pelis porno del FĂŒhrer y periodismo sensacionalista, se recupera el concepto latino fascinus, que no es otra cosa que un amuleto en forma de falo.

Contra toda esa insipidez, dieta severa de quijotismo. "Si Cervantes no hubiera sido en su juventud un loco capaz de morir por sus ideales, en su vejez nunca hubiera podido escribir el Quijote", remarca Javier Cercas (3). Isabel Coixet recuerda que inmediatamente despuĂ©s de cada desastre, de cada catĂĄstrofe, sea cuĂĄl sea el lugar y la Ă©poca, se produce un baby boom, "las personas se lanzan al sexo y la reproducciĂłn como si no hubiera un mañana, justo porque quieren creer que hay un mañana"(4). QuizĂĄ porque como escribiera Penelope Mortimer, la escritora de cabecera de las amas de casa desesperadas, en Papa se ha ido de caza : "Vivir es un perpetuo prepararse para nada"(5)



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Instagram