El Mundial echa la persiana y Francia certifica el signo centelleante de los tiempos que corren. Es el triunfo del aforismo a puntapiés, del balón por correo urgente, sin intermediarios, quizÔ un falso nueve que aparece de vez en cuando por la mediapunta, como un falso autónomo
Cuando creĆamos que el Mundial de EspaƱa habĆa sido un fiasco, va la FIFA y nos premia con carĆ”cter retroactivo: campeones del Juego Limpio (1), el homenaje de La Roja a Las Kellys, el tercero en nuestro haber, y se desata, a media tarde de domingo, una euforia de sofoco y meme, en un torneo deslucido, sin capacidad de seducción a pesar del Gran Hermano, que nos deja, a su cierre, un vacĆo esfĆ©rico en la rutina (1).
Rusia echa la persiana y Francia certifica el signo centelleante de los tiempos que corren. El fĆŗtbol o la vida. Mejor un poco de cada, asĆ en el fĆŗtbol como en la tierra. Es el triunfo del aforismo a puntapiĆ©s, del balón por correo urgente, sin intermediarios de por medio, quizĆ” un falso nueve que aparece de vez en cuando por la mediapunta, como un falso autónomo. La Ćŗnica poĆ©tica de la final la pusieron unas espontĆ”neas de la banda punk Pussy Riot, que saltaron al campo en el minuto 53 en recuerdo del poeta clandestino Dimitri Prigov (2) (hoy, precisamente, se cumplen once aƱos de su muerte). El resto fue prosa juvenil, directa al grano, un ejercicio explĆcito de juego directo, sin cortejos, representado como nadie por Kylian MbappĆ©, el guepardo bleu de la selección del mestizaje, "el United Colors of Benetton", segĆŗn RubĆ©n Amón (3), justo ahora que Europa se enclaustra. Su zancada, su sprint inaprensible, encarna la fugacidad de una Ć©poca que trae un aviso de ocaso para los dioses, lĆ©ase Messi o Cristiano. Y la deconstrucción definitiva de toda una coartada romĆ”ntica, la retórica del juego posesivo, el de los orfebres, llĆ”mense Iscos, Hazards o Modrics, tan horizontal como una siesta, tan vistoso a estas alturas como una reliquia de museo.
Se acaba un Mundial que a falta de infanterĆa y de juego raso, ha tenido, sobre todo, exhibiciones aĆ©reas; claustrofóbico bajo palos, en palabras de Valdano; delirante en los finales como una traca de verbena; sin pichichis ni porteros legendarios, sin hĆ©roes ni nombres propios; con dos lĆneas argumentales asimĆ©tricas en los cruces; pura y dura estrategia a seguir a partir de ahora, como la videovigilancia del VAR, cuya patente, financiada en 1995 por Mario Conde, reclama un ingeniero espaƱol que trabajó en la NASA, Antonio IbƔƱez del Alba, y que ideó el sistema indignado tras el codazo de Tassotti a Luis Enrique en Estados Unidos 94 (4).
Para el anecdotario, el seĆsmo leve que se vivió en Lima cuando el Ć”rbitro pitó penalti a favor de PerĆŗ; el gol de los panameƱos, el primero de su historia en una cita final, tan celebrado como un tĆtulo, o mĆ”s, a pesar de que solo era el seis a uno frente a Inglaterra. Por un instante, PanamĆ”, como el ParĆs de Hemingway, era una fiesta; el ejemplo de civismo de la hinchada senegalesa limpiando la grada despuĆ©s de cada partido; la pulcritud de los japoneses, que dejaron sus vestuarios como los chorros del oro; las saudĆes acudiendo por primera vez a los estadios; Neymar siendo una caricatura de sĆ mismo; o el fotógrafo que no dejó de disparar ni un momento cuando fue engullido por la melĆ© de los croatas durante la remontada en semifinales, tomando, seguramente, las imĆ”genes mĆ”s certeras del campeonato...
En El Mundo, con precisión de notario existencial, Luis MartĆnez escribe: "El fĆŗtbol consiste bĆ”sicamente en elaborar con todo detalle una serie infinita de expectativas para contemplar cómo todas, una a una, quedan debidamente defraudadas ante el incontrovertible triunfo del azar"(5).
En poco mÔs de cuatro años, estamos en las mismas. La caravana del reality toma dirección Qatar. No olviden que serÔ invierno.
Rusia echa la persiana y Francia certifica el signo centelleante de los tiempos que corren. El fĆŗtbol o la vida. Mejor un poco de cada, asĆ en el fĆŗtbol como en la tierra. Es el triunfo del aforismo a puntapiĆ©s, del balón por correo urgente, sin intermediarios de por medio, quizĆ” un falso nueve que aparece de vez en cuando por la mediapunta, como un falso autónomo. La Ćŗnica poĆ©tica de la final la pusieron unas espontĆ”neas de la banda punk Pussy Riot, que saltaron al campo en el minuto 53 en recuerdo del poeta clandestino Dimitri Prigov (2) (hoy, precisamente, se cumplen once aƱos de su muerte). El resto fue prosa juvenil, directa al grano, un ejercicio explĆcito de juego directo, sin cortejos, representado como nadie por Kylian MbappĆ©, el guepardo bleu de la selección del mestizaje, "el United Colors of Benetton", segĆŗn RubĆ©n Amón (3), justo ahora que Europa se enclaustra. Su zancada, su sprint inaprensible, encarna la fugacidad de una Ć©poca que trae un aviso de ocaso para los dioses, lĆ©ase Messi o Cristiano. Y la deconstrucción definitiva de toda una coartada romĆ”ntica, la retórica del juego posesivo, el de los orfebres, llĆ”mense Iscos, Hazards o Modrics, tan horizontal como una siesta, tan vistoso a estas alturas como una reliquia de museo.
Se acaba un Mundial que a falta de infanterĆa y de juego raso, ha tenido, sobre todo, exhibiciones aĆ©reas; claustrofóbico bajo palos, en palabras de Valdano; delirante en los finales como una traca de verbena; sin pichichis ni porteros legendarios, sin hĆ©roes ni nombres propios; con dos lĆneas argumentales asimĆ©tricas en los cruces; pura y dura estrategia a seguir a partir de ahora, como la videovigilancia del VAR, cuya patente, financiada en 1995 por Mario Conde, reclama un ingeniero espaƱol que trabajó en la NASA, Antonio IbƔƱez del Alba, y que ideó el sistema indignado tras el codazo de Tassotti a Luis Enrique en Estados Unidos 94 (4).
Cuando creĆamos que el papel de EspaƱa habĆa sido un fiasco, va la FIFA y nos premia con carĆ”cter retroactivo: campeones del Juego Limpio, el homenaje de la Roja a las Kellys, y se desata, a media tarde de domingo, una euforia de sofoco y meme
Para el anecdotario, el seĆsmo leve que se vivió en Lima cuando el Ć”rbitro pitó penalti a favor de PerĆŗ; el gol de los panameƱos, el primero de su historia en una cita final, tan celebrado como un tĆtulo, o mĆ”s, a pesar de que solo era el seis a uno frente a Inglaterra. Por un instante, PanamĆ”, como el ParĆs de Hemingway, era una fiesta; el ejemplo de civismo de la hinchada senegalesa limpiando la grada despuĆ©s de cada partido; la pulcritud de los japoneses, que dejaron sus vestuarios como los chorros del oro; las saudĆes acudiendo por primera vez a los estadios; Neymar siendo una caricatura de sĆ mismo; o el fotógrafo que no dejó de disparar ni un momento cuando fue engullido por la melĆ© de los croatas durante la remontada en semifinales, tomando, seguramente, las imĆ”genes mĆ”s certeras del campeonato...
En El Mundo, con precisión de notario existencial, Luis MartĆnez escribe: "El fĆŗtbol consiste bĆ”sicamente en elaborar con todo detalle una serie infinita de expectativas para contemplar cómo todas, una a una, quedan debidamente defraudadas ante el incontrovertible triunfo del azar"(5).
En poco mÔs de cuatro años, estamos en las mismas. La caravana del reality toma dirección Qatar. No olviden que serÔ invierno.
(1) https://www.lavanguardia.com/deportes/mundial-2018-rusia/20180715/45924627128/mundial-2018-espana-premio-fair-play.html
(2) http://www.elmundo.es/deportes/futbol/mundial-de-futbol/2018/07/15/5b4b9facca47412b348b465c.html
(3) https://elpais.com/deportes/2018/07/15/actualidad/1531682704_344700.html
(4) http://www.elmundo.es/cronica/2018/07/15/5b49e987ca4741a9778b459c.html
(5) http://www.elmundo.es/papel/firmas/2018/07/14/5b4a2f26268e3e50088b4646.html
(3) https://elpais.com/deportes/2018/07/15/actualidad/1531682704_344700.html
(4) http://www.elmundo.es/cronica/2018/07/15/5b49e987ca4741a9778b459c.html
(5) http://www.elmundo.es/papel/firmas/2018/07/14/5b4a2f26268e3e50088b4646.html
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