En comparaciĆ³n con los 27.359 ancianos que murieron en residencias entre abril y junio (el 69% de las personas fallecidas por covid-19 en EspaƱa), el vĆdeo que se han currado las dos cuidadoras de Terrassa, insultando a una abuela postrada en una cama, parece apenas una travesura, como una cĆ”mara indiscreta en mitad de un velatorio. Dos padrenuestros, un avemarĆa y a por otra ronda de vejaciones, total, la FiscalĆa General del Estado mantiene abiertas 178 diligencias civiles y 228 investigaciones en relaciĆ³n con la gestiĆ³n de la crisis del coronavirus en los asilos. No va de otra.
Precisamente, hace unos dĆas, MĆ©dicos sin Fronteras denunciaba en un informe el "desamparo inaceptable" que habĆan sufrido las residencias de mayores en este paĆs durante el pico de la pandemia, provocando "el abandono de las personas mĆ”s vulnerables (...), dejĆ”ndolas morir con un sufrimiento evitable". Por supuesto que no en todas partes. Solo faltarĆa. De cualquier modo, para negacionistas del desastre, es decir, gobiernos centrales, comunidades autĆ³nomas, repĆŗblicas por venir y monarquĆas con pitopausia, ahĆ tienen instagram stories. El vĆdeo en cuestiĆ³n ya forma parte de la indecencia que estamos dispuestos a aceptar como animal de compaƱĆa.
Una de las auxiliares (las dos, por cierto, han sido despedidas), ha rendido cuentas como lo hace una influencer, vĆa redes sociales. Asume las consecuencias y sacrifica su estrellato tomando la decisiĆ³n de cerrar "temporalmente" su cuenta, por lo menos hasta que escampe. Eso es inmolarse. Cualquier cosa por los followers. Llevamos demasiado tiempo ensalzando lo importante que resulta aburrirse y es cierto que en determinadas personas funciona, cuando no saben quĆ© hacer son capaces de levantar el Duomo de MilĆ”n con palillos de dientes; pero a otras, en cambio, se les tuerce el morro y lo mismo les da por tatuarle la frente a un vagabundo que por prenderle fuego a una sintecho en un cajero.
Luego para mostrar nuestra indignaciĆ³n suprema, montaremos un hashtag del copĆ³n que es lo que hacemos siempre cuando la cosa no va con nosotros. Y provocaremos que HBO retire Las chicas de oro por ofrecer una imagen sesgada del universo femenino a la vejez, viruelas. O algo parecido. Pero dentro de diez minutos recibiremos un burofax y cambiaremos un dolor real por otro simbĆ³lico, mucho mĆ”s convincente que cualquier causa justa. QuĆ© se yo, el adiĆ³s de Messi, por ejemplo. Y unos niƱos en bicicleta llorarĆ”n como cuando muriĆ³ Chanquete porque cuando un crack se va, ya se sabe, algo se muere en el alma. Y porque como escribe Arturo PĆ©rez-Reverte, "no hemos visto suficientes muertos. Por eso todos estos meses de tragedia y dolor no han servido para un carajo. Y aquĆ estamos. Acabando agosto puestos de coronavirus hasta las trancas. Protestando porque no nos dejan bailar en las discotecas". Y el cuerpo, claro estĆ”, pide gore.
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