Rebelión en la granja

De la trashumancia al transhumanismo apenas hay sobresaltos, las dos faenas requieren del rebaño




Hay palabras que no han nacido para ser influencers. Vocablos que detestan el postureo de los concursos de belleza y que nunca optarán a miss Sonoridad. Expresiones sin un físico de esos que quitan el hipo pero con un interior repleto de posibilidades. Puede que resiliencia, concepto irreconocible por los correctores de texto automáticos, sea una de ellas. Lo que no sabemos todavía es cómo llegó a formar parte del léxico vacuno. Hermien y Zus, dos reses holandesas, son las protagonistas de esta fábula. Cuando iban camino del matadero, se escaparon. La fuga de Zus apenas duró un rato. Las pocas horas que tardaron en capturarla. Lo de Hermien fue otro cantar. Se refugió en el bosque durante dos meses y se ha convertido en un icono de rebeldía capaz de conmover a Holanda, donde una red solidaria recaudó fondos para evitar su ejecución y la de su compañera (1)

Dicen los animalistas que las vacas nunca olvidan y ahora un libro, La vida secreta de las vacas, obra de la granjera Rosamund Young, ahonda en el tema, recogiendo cientos de anécdotas que demuestran las peculiaridades de cada bovino, desde los atracones que se dan para superar el duelo por sus seres queridos, hasta la adicción de algunos ejemplares al monóxido de carbono de los tubos de escape, pasando por sus conocimientos en herboristería o la pasión que sienten por el ocio y que experimentan jugando, por ejemplo, al escondite (2)

Tanto se han humanizado, que la falsificación de los crotales o placas de identificación, algo así como el DNI de los terneros, se ha convertido en un negocio suculento. Seprona acaba de desmantelar un entramado de contrabandistas que podría haber obtenido unos beneficios cercanos a los dos millones de euros (3). Recordarán que hace un año, en Tortosa, Margarita, una vaca indocumentada, fue condenada al sacrificio por falta de papeles. Y luego indultada por el clamor popular, el mismo que encumbró al conejito de Playboy a símbolo legendario, diseñado por Art Paul, que acaba de fallecer, y tatuado hasta el empacho como reciente marca de fuego del ganado más choni (4). "Todos los animales son iguales, pero algunos más iguales que otros", reflejó George Orwell en su Rebelión en la granja.


Hay palabras que no han nacido para ser influencers. Vocablos que detestan el postureo de los concursos de belleza y que nunca optarán a miss Sonoridad

La resistencia, sin embargo, no es sólo cuestión de bestias. Una palmera en Barcelona se une a la causa y exhibe melena de héroe bíblico tras sobrevivir a dos ataques del temido picudo, el coleóptero que está perpetrando un auténtico palmericidio en el litoral mediterráneo (5)

Lo narrado hasta ahora bien podría haber salido del claustro de las Sisters of the Valley o Monjas de María, una hermandad californiana digna de Karra Elejalde, integrada por un puñado de religiosas izquierdistas, que utilizan el hábito para protestar contra los ejecutivos de Wall Street, sólo se postran ante un dios femenino y cultivan la marihuana para procesarla en todas sus variantes, facturando más de un millón de dólares al año. La orden de monjas verdes, heredera de las beguinas (mujeres cristianas que se dedicaban a la ayuda de los desamparados), ya ha abierto franquicias en Suecia, Canadá, Brasil, Inglaterra o Nueva Zelanda. En breve, su historia pasará por Cannes en formato documental, Breaking Habits (6).

Lo sabemos después de un 1 de Mayo parcelado en hashtags, donde cada uno hace la guerra por su cuenta, prescindiendo de la etimología torturadora del trabajo. La confesión de un joven en El País, sintetiza todas las etiquetas de una época: "Fui becario, luego precario, luego becario, luego precario. Ahora soy autónomo" (7); mientras las trabajadoras de RTVE lanzan la campaña Así se manipula, "para denunciar el manoseo de la información por parte de los directivos de los servicios informativos" (8)Manuel Jabois introduce su columna con: "Hay algo aún más peligroso que creer que la opinión pública siempre tiene razón: creer que no la tiene nunca" (9).


Lo sabemos después de un 1 de Mayo parcelado en hashtags, donde cada uno hace la guerra por su cuenta, prescindiendo de la etimología torturadora del trabajo

"Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír", recogió Orwell. Contra la cerrazón de los tiempos de la inteligencia artificial, los expertos aconsejan engañar deliberadamente a los algoritmos, jugando al despiste, ampliando los horizontes de búsqueda y navegando por lugares inexplorados con tal de provocar la confusión en los patrones de seguimiento que acotan nuestros perfiles hasta lo inadmisible (10).

Mandy Patinkin (el vengativo Íñigo Montoya en La princesa prometida, Che Guevara en el musical Evita, y ahora Saul Berenson en Homeland) receta, además: "Saber escuchar, un arte que se ha perdido" (11). En su columna en La Vanguardia, Sergi Pàmies avisa: "Ahora que la política se compara tanto a las series, es un buen momento para recordar que cuando los guionistas no saben qué hacer, una salida es complicar el argumento y convertir lo que era verosímil en un delirio, un sueño o una pesadilla" (12). En los ejercicios espirituales de su lámpara maravillosa, Valle-Inclán apuntó: "Este momento efímero contiene todo el pasado y todo el porvenir". A 50 años exactos del Mayo del 68, Joaquín Estefanía sentencia en sus Revoluciones: "Queríamos cambiar el mundo y el mundo nos ha cambiado a nosotros".




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