La era de las selficausas

La libertad de expresión es como los abdominales, todo el mundo quiere lucirla, pero que se la curren otros



La libertad de expresión es como los abdominales, todo el mundo quiere lucirla, pero que se la curren otros. De hecho, a día de hoy, la libertad de expresión, como los abdominales, se exhibe sobre todo en las redes y es, fundamentalmente, postureo, rap y morritos, estoy in love con esta casa, que dirían los tiktokianos. En contra de lo que se dice, la libertad de expresión no es quitarse la camiseta cada cinco minutos ni soltar la primera gilipollez que se le pasa a uno por la cabeza. Eso, si acaso, es incontinencia, gotera mental y punto. La libertad de expresión es otra cosa más seria, que se entrena, por ejemplo, en las escuelas. Lo sabía Samuel Paty -¿quién?- Samuel Paty, el profesor francés que murió decapitado por mostrar en clase unas viñetas de Mahoma. Da igual que unos minutos antes, Paty hubiera permitido a los alumnos musulmanes abandonar el aula si se sentían ofendidos. Los fanáticos, ya se sabe, son gente hipersensible a la caricatura y, a falta de ideas propias, disponen de buena cuchillería.

La respuesta social al asesinato fue la de siempre en estos casos, mucha marsellesa, mucha pancarta de Je suis prof y un mensaje del sindicato de profesores: nadie se acobardará. ¿Y bien? Poesía visual, como de costumbre. Hace unos días, un ayuntamiento francés propuso rendirle homenaje a Samuel Paty poniéndole su nombre a un instituto, pero alguien debió pensar que eso era demasiado heroico, tampoco se trata de ir provocando a lo tonto. Según un sondeo interno, el 100% de los profesores, el 89% de los padres y el 69% de los estudiantes, se opusieron a la iniciativa, para superhéroes ya están los de Marvel. 

A estas alturas del artículo, ya habrán notado que relacionar libertad de expresión y abdominales es una frivolidad como unirse a ciertas causas sólo porque están de moda. Todo el respeto a los docentes, por supuesto, acaban de dar una lección de lujo a sus alumnos: ser valiente sólo mola si uno tiene detrás a la Patrulla Canina, pero esto es la vida chavales, ¡bienvenidos al mundo!, aquí frente a la injusticia, sálvese quien pueda. 

La buena noticia, sin duda, es que el 31% de los jóvenes todavía no ha cedido al chantaje del terrorismo. La mala, visto lo visto, es que con el tiempo se les pasará. 




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