Crónicas marcianas

Juan Carlos I sigue regularizando millones mientras Joe Biden regulariza (o promete que lo hará) inmigrantes. La diferencia entre billetes e inmigrantes es que unos viajan en jet y otros en patera



Juan Carlos I sigue regularizando millones mientras Joe Biden regulariza (o promete que lo hará) inmigrantes. La diferencia entre billetes e inmigrantes es que unos viajan en jet y otros en patera. Para juntar la pasta, 4,4 millones de euros, el emérito ha tirado de amigos, siguiendo el modelo que patentó Lola Flores, ya saben, la típica recolecta donde cada uno pone lo que lleva en el bolsillo. En verdad, uno no sabe qué clase de amigos tiene hasta que le toca pagar un pufo de Hacienda. En este sentido, ser rey, o miss Antequera, puede ser valioso porque la corona funciona como los donetes, es sacarla a relucir y te salen prestamistas por todas partes. No descarten tampoco que todo esto sea un montaje del CIS para catalogar monárquicos. 

En cualquier caso, la fecha de pago también tiene su qué, justo la semana en que se cumplen los 40 años del 23F, aquel día que Zarzuela tuvo una plaga de sobrecargas musculares por exceso de curro. El día, claro está, que triunfó la democracia. Esto es, también, el día en que los partidos políticos se convirtieron en las principales oficinas de empleo de este país. Lo digo por lo que ha ocurrido con el reparto de sillas en el consejo de administración de RTVE, que es más o menos lo mismo que ocurre con el Poder Judicial, que es más o menos lo mismo que ocurría con las cajas de ahorros. Aquí los méritos sólo sirven para que cualquiera con tarjeta de Mercadona te adelante por la izquierda, la derecha o el centro. Se llama partitocracia y da gusto ver cómo los partidos son capaces de pactar para según qué cosas. En cambio, cuando hay que llegar a acuerdos importantes para el interés común, a los ciudadanos que los zurzan.

Y todo esto, mientras unos cacharros teledirigidos inspeccionan Marte. Como este planeta está como está, hay que buscar un nuevo estercolero. Y Marte pilla cerca, así que para allí nos vamos con nuestra chatarra. Eso sí, con el debido carné de vacunación, por supuesto. Y como lo de las vacunas es un pitorreo donde cada día se cuela un jeta, al final, sólo harán turismo interplanetario los cuñados. O sea, los de siempre. 




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