Jazz para tiburones (Historia universal de la infamia Vol.II)

Jornada de estudios no aptos para hipocondríacos, desde la propensión de las personas con ojos marrones a la tristeza estacional, hasta las canas como señal de riesgo cardiovascular, pasando por los gustos musicales de los escualos





Hay días que necesitan de un antidepresivo para cruzar la prensa. La publicidad nos inculcó el gen de las preguntas chorras. Recordarán, cómo no, aquel spot surrealista de la factoría de Toni Segarra y su mítica duda: "¿A qué huelen las nubes?". Desde entonces, cualquier interrogante es posible. Por no movernos del cielo, pongamos un ¿qué comen los ángeles? Me refiero, por supuesto, a los de Victoria's Secret. Seguro que alguna vez lo han rumiado. Y si no es así, bienvenidos al mundo de los subliminales. Hoy, todo lo que se cavila pasa por el algoritmo. Da igual cuál. Siempre hay un algoritmo, debajo de la cama o dentro del armario, al acecho. El País nos desvela el misterio de la dieta milagrosa. Para lograr las alas, nada de santidades, bastará con beber agua hasta licuarse, desengancharse del azúcar y exterminar los carbohidratos (1)

Dicho así parece coser y cantar. Pero usted y yo, nosotros, los imperfectos, defectuosos de serie, podemos afirmar como Robert de Niro y Sean Penn que nunca fuimos ángeles, aquella película sin pena ni gloria de Neil Jordan, conocido por ser el director de Entrevista con el vampiro. Ni lo seremos. Nuestra mirada común y castaña es más propensa a padecer un "trastorno afectivo temporal". No lo digo yo, lo dicen unos científicos de Gales del Sur (2). Al parecer, los ojos marrones dificultan la entrada de luz en el cerebro. Y de ahí a la depresión otoñal, va un paso. Si además peina canasel panorama se desalienta, "algunos estudios han relacionado la pérdida prematura del color del cabello con enfermedades cardiovasculares" (3). Para no caer en la hipocondría, en mitad de esta jornada de noticias esperanzadoras, recalcaremos que, a pesar de todo, la coletilla final de las investigaciones apunta que "los resultados no son concluyentes".


Hay días que necesitan de un antidepresivo para cruzar la prensa

Al fin y al cabo la administración vela por nuestra longevidad, de unos siete milenios, mes arriba, mes abajo, a juzgar por la fecha de caducidad que reza en los DNI de la personas mayores de setenta: 1 de enero del 9999 (4)

Un anciano, Don Porfirio, era el líder de la resistencia en Aquilea, trasunto de Buenos Aires, frente a unos extraños con gabardina, en la cinta vanguardista de culto Invasión, firmada por Jorge Luis Borges en compañía de Adolfo Bioy Casares, film que abrió, junto a otros títulos de Bernardo Bertolucci o Susan Sontag, la primera Quincena de los Realizadores, que ahora celebra su quincuagésima edición. Scorsese, Jim Jarsmuch, Spike Lee o Sofia Coppola... son solo algunos de los descubrimientos que a lo largo del tiempo ha hecho este contrafestival de Cannes, hijo cinematográfico de Mayo del 68, alumbrado, entre otros, por gigantes de la talla de Jean-Luc Godard, Truffaut, Polanski, Milos Forman o Carlos Saura (5).  

(Abrimos paréntesis informativo. Interrumpimos la lectura de este artículo para darles una noticia cinéfila de última hora. Pueden aprovechar las siguientes tres líneas para zappear. Roban la armadura de Iron Man, valorada en más de 300.000 dólares (6). Hace unos días pasó lo propio con el traje de Espinete. Algún cachondo se está diseñando un armario de disfraces del copón de cara al Carnaval del año que viene).

Si todavía no han cambiado de canal, puede que ustedes sean carne de culebrón. Lo último en seriales es la novela por entregas en podcast, algo tan mustio como las radionovelas, eso sí, en streaming, que queda la mar de fashion (7).


Como escritor superdotado, Borges derrochó talento en todas las zonas del género literario. También en la milonga

Por darle un toque de erudición al artículo, contaremos que el caballo es el mejor amigo del hombre. Así lo publican Nature y Science, explicando cómo su domesticación favoreció la expansión humana por la estepa euroasiática, de Ucrania a Mongolia, desde la Edad de Bronce hasta la época Medieval, cinco mil años de desplazamientos que dieron lugar a uno de los mayores intercambios comerciales, genéticos y lingüísticos de la historia (8)

Quizá el camión sea el símbolo de las caravanas actuales. Desde Ventimiglia, al noroeste de Italia, en la frontera con Francia, donde malviven miles de subsaharianos en un campamento bajo el puente de una autopista, los inmigrantes viajan, jugándose la vida, hasta Girona, escondidos entre la carga de los camiones patera, a razón de noventa en los últimos tres meses (9).

Según otro estudio, el enésimo, para evadirse, los tiburones, mucho más sofisticados de lo que se creía, prefieren el jazz (10). Como escritor superdotado, Borges derrochó talento en todas las zonas del género literario. También en la milonga: "Y sin embargo me cuesta decirle adiós a la vida, esa cosa tan de siempre, tan dulce y tan conocida".



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