La risa que no cesa

Subastas de guillotinas, sillas eléctricas, política Deluxe, asesinatos en duchas, Psicosis, voyerismo, chistes, cómicos tristes, inmigración... Cortázar tendría material de sobras para reanudar sus Instrucciones para llorar





Si guarda usted una guillotina en el trastero, debiera saber que su precio se está devaluando. El próximo 11 de julio sale a subasta en París una del siglo XIX por un importe que oscila entre los cinco y los ocho mil euros, nada que ver con los cuarenta mil de salida que se pedían en Nantes, en 2014, durante la última puja de otra. En cuatro años, los que van de Mundial a Mundial, de Brasil a Rusia, el valor del artilugio ha decaído sin que los coleccionistas sepan encontrar una razón convincente (1)

Un episodio similar recuperó Manuel Vicent hace apenas unos meses, en su columna Un whisky en la silla eléctrica (2). El escritor valenciano, nacido en el verano de la guerra, presenta ahora Travesía literaria, una "autobiografía artesanal", con un anecdotario inmenso, plagado de maravillas, como el rodaje, en 1953, de Novio a la vista, de Berlanga, en el hotel Voramar, donde se alojaba un matrimonio francés con una hija que se moría de ganas de aparecer en el metraje. No lo consiguió quien años más tarde acabaría convirtiéndose en Brigitte Bardot (3). En el artículo en cuestión, el autor de Tranvía a la malvarrosarecordaba cómo se subastó en Madrid, en 1999, una silla eléctrica de Alcatraz, que había sido adquirida por Andy Warhol cuando desmantelaron la cárcel y cuya eficacia comprobó el mismísimo Roman Polanski friendo en ella, a modo de plancha improvisada, "un par de filetes". "En el tiempo dorado de los ochenta Warhol descubrió que la frivolidad era el sentido más profundo de la vida", escribía Vicent.


Hace unos años pusieron en marcha la espantada. Por primera vez se hacía un seguimiento exhaustivo del invitado prófugo. A través de pasillos, lavabos exteriores de polígono... Se iba adonde fuera necesario. Descorriendo el laberinto. Cámara en mano, rizando el cable

Viernes por la tarde. Plató de Sálvame. La policía irrumpe de repente en busca de un colaborador (4). No es cosa de escaleta. Los agentes traen una notificación para Gustavo González en pleno directo. La jugada es magistral. Los de la Fábrica de la Tele innovan sin descanso. Son una fuente inagotable de geoestrategia televisiva. Hace unos años pusieron en marcha la espantada. Por primera vez se hacía un seguimiento exhaustivo del invitado prófugo. A través de pasillos, lavabos, exteriores de polígono... Se iba adonde fuera necesario. Descorriendo el laberinto. Cámara en mano, rizando el cable. El perseguido se sabía protagonista. Y acentuaba el ademán, saturado de aspavientos y guiños. Con una indignación a flor de piel. Variopinta y primaveral. De artista sin método. La acción se desplazaba del escenario al camerino. Y la carencia de iluminación, los errores en el sonido, el maquillaje destartalado... otorgaban una jerarquía de fanfarria. 

Tras años de práctica y sainete, los políticos se suben al carro. Lo vimos esta misma semana en Washington, cuando el presidente de la Generalitat, Quim Torra, se marcó un Deluxe, y abandonó la sala por unas palabras del embajador Pedro Morenés, en una bronca de postal, en horario (léase lugar) de máxima audiencia (5)

El estreno del documental 78/52. La escena que cambió el cine, desgrana las 78 tomas y 52 fragmentos que fueron necesarios para montar una secuencia de poco más de 45 segundos, la del asesinato de Psicosis en la ducha, un icono del crimen aséptico, con rumor de puñaladas en melones y una hemorragia de sirope de chocolate, que refuerzan nuestra tendencia al voyerismo, manía predilecta de Hitchcock, que ya había anticipado en La ventana indiscreta (6). No por casualidad, el cuadro que tapaba el agujero en la pared por el que Norman Bates espiaba a Marion era Susana y los viejos, obra de Tintoretto.


La risa en cascada, saltando desde la boca, camino del suelo, donde aguarda el peregrinaje de la hormiga obrera. La sonrisa publicitaria, esponsorizada por el colutorio. La risa con antifaz de llanto vengativo. La risa a lágrima viva, circular y pálida del emoticono. La estrafalaria de las niñas en mayo. La mueca turbia de las hienas...

Otro documental, Eugenio, sobre la vida resbaladiza y quebrada del cómico enlutado, indaga en el poso triste de los hacedores de la risa: bufones, arlequines, payasos, monologuistas... Una investigación, llevada a cabo hace unos años por el Departamento de Psicología Experimental de Oxford, apuntaba que los humoristas tienen una propensión innata a la psicosis, felizmente resuelta a base de ingenio e ironía (7). La risa como herramienta multiusos de la supervivencia, de Chaplin a Gila, pasando por Charlie River. 

La risa en cascada, saltando desde la boca camino del suelo, donde aguarda el peregrinaje de la hormiga obrera. La sonrisa publicitaria, esponsorizada por el colutorio. La risa con antifaz de llanto vengativo. La risa a lágrima viva, circular y pálida del emoticono. La estrafalaria de las niñas en mayo. La mueca turbia de las hienas. La burla del inocente, ahora que concluye el curso y Europa suspende otra vez en inmigración. La risa, en alerta y en vilo, risa al fin y al cabo, encriptada como prefacio de Las instrucciones para llorarahora que la autopsia revela que Ötzi, la momia de los Alpes que murió de un flechazo por la espalda hace más de cinco mil años, también huía (8). ¿De qué? ¿De quién? Ese es un secreto entre el hombre y el hielo. El dramaturgo Pedro Muñoz de Seca, reverso de Lorca, dicen que ante el pelotón de fusilamiento (injusticias hubo por ambas trincheras), dejó una pista: "Podéis quitarme las monedas que llevo encima. Podéis quitarme el reloj de mi muñeca y las llaves de mi bolsillo. Podéis quitarme, como vais a hacer, hasta la vida. Pero hay una cosa que no podéis quitarme, por mucho empeño que pongáis: ¡El miedo que tengo ahora mismo!".


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