Crónica del pájaro que da cuerda al mundo

Los Papeles de Pandora son la segunda entrega de los Papeles de Panamá, una repetición del chanchullo, por eso ya no indignan a casi nadie, porque este desfalco ya lo hemos visto antes. Lo que nos jode es que algunos trileros vayan impartiendo clases de ciudadanía 



Tenemos a un campeón de los superligeros, Manny Pacquiao, con ganas de convertirse en el próximo presidente de Filipinas, y a un concejal del PSC atracando un taxi a punta de pistola, todo el mundo busca un segundo empleo por si los Next Generation, con su pedrea, no tocan en nuestra administración de loterías. Hasta las catedrales. Ahí tienen la de Toledo, convertida en plató de dirty dancing en el nuevo videoclip de Nathy Peluso y C. Tangana. Jugada maestra, la canción ya lleva tropecientas descargas. Lo que son las modas, con sus verbos recién tuneados, antes, la música se escuchaba, ahora se descarga igual que un camión de hortalizas. 

En otoño, cabe cualquier hiperrealismo, porque otoño es la resaca de otro verano que se archiva, como una causa innoble, y lo peor que puede pasar es que se caiga Facebook o que Instagram se haga un esguince y nos deje sin alcahuetear el último posado de Edurne, por ejemplo. De toda la vida, se han caído las ramas de los chopos, los cómicos en el cine mudo o los abuelos justo antes de quebrarse para siempre. Ahora, sin embargo, se caen las quimeras, que van necesitando su prótesis de titanio y populismo para mantener su reputación intacta. 

Decíamos, pues, que sin redes no hay paraíso. Y sin dinero, tampoco. La prueba son todos esos tiparracos que esconden los billetes bajo el primer cocotero que encuentran. Los Papeles de Pandora, en cierto sentido, son la segunda entrega de los Papeles de Panamá, una repetición del chanchullo, por eso ya no indignan a casi nadie, porque este desfalco ya lo hemos visto antes. Lo que nos jode es que algunos trileros vayan impartiendo clases de ciudadanía. Y ya que hablamos de pantomimas, ¿qué me dicen del Nobel de Literatura? No hay manera de acertar una quiniela. Será que la mala suerte siempre sonríe a los mismos. 






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