La escopeta nacional, el donut, Mandela y los guiñoles

Dimite Rajoy, Francia cancela su popular programa satírico con marionetas y la Unión Europea advierte a España: "Basta ya de cazar pájaros para enjaularlos'





Paren máquinas. Con tanta mudanza en La Moncloa, el pasado viernes descuidamos la celebración del Día Internacional del Donut. Desde Springfield, Homer exige una rectificación. La tradición viene de lejos. Se remonta a 1918, cuando unas voluntarias repartieron el popular dulce entre los soldados norteamericanos heridos en la Primera Guerra Mundial. A España llegó a partir de los sesenta y ahora se consumen a un ritmo de ocho por segundo. Un vistazo histórico a la rosquilla, icono azucarado del siglo XX, demuestra que su característico agujero, a diferencia de lo que ocurre con el de la capa de ozono, ha ido disminuyendo con el paso de los años (1). Un ejemplo de regeneración que bien podría cundir entre tanto tejemaneje político. Según calcula el Ministerio de Hacienda, unos seis mil asesores, contratados a dedo, podrían ser destituidos en las próximas horas con el cambio de gobierno.

En un alarde de patriotismo con precedentes, el PP, ya sin Rajoy, dimitido con una semana de retraso,
confirma que enmendará sus propios presupuestos. En declaraciones a Telecinco, Rafael Hernando, portavoz de los populares, considera que ahora tienen las "manos libres" para "mejorar" las cuentas del Estado que ellos mismos habían presentado y defendido hace menos de dos telediarios (2). Cinismo perfeccionista. Son los últimos coletazos de un partido al borde de la extremaunción. Desde la pataleta de Cristiano en la final de la Champions, no veíamos otro berrinche parecido. Los grandes demócratas siempre dan el do de pecho en la derrota. De los errores del meta del Liverpool en Kiev, sabemos, según un comunicado del Massachussets General Hospital, que tiene la culpa una "conmoción cerebral" producida tras un encontronazo con Sergio Ramos, a estas alturas, man of the match (3)

A buen seguro que con semejante material los guiñoles tendrían carnaza de sobras. Después de treinta años en antena, Canal+ Francia anuncia el punto y final de las marionetas más satíricas de la tele (4). Con más de tres millones de espectadores en su época de máximo apogeo, los gags habían perdido mordiente. Y no será porque la actualidad gala no se haya esforzado, desde el agrio debate parlamentario por el origen lingüístico de las napolitanas de chocolate (5)hasta la ocurrencia de crear una lotería para salvar el patrimonio nacional (6), pasando por el Spiderman indocumentado. 


Paren máquinas. Con tanta mudanza en La Moncloa, el pasado viernes descuidamos la celebración del día internacional del Donut. Desde Springfield, Homer Simpson exige una rectificación

Francia se desgañita por españolizarse pero le faltan tablas berlanguianas. O un lince explorador, capaz de recorrerse la península a pie (7). Tal vez una campaña en change.org con miles de firmas que reclamen la instalación de un teléfono público en la plaza de Chamberí donde Antonio Mercero rodó La cabina (8). O quizá una asociación de frikis reuniéndose cada quince días en Barcelona para convertirse en auténticos jedis defensores del lado luminoso de la Fuerza (9).

En cuestión de extravagancias, tenemos la patente. Una empresa aceitera de Córdoba "no paga a sus trabajadoras" argumentando que en el convenio dice "trabajadores"(10). Durante la presentación de un libro, el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Julio Segura, lo deja claro: "En España compensa pagar la multa y seguir incumpliendo la norma"(11). Mientras tanto, la Unión Europea está por otros quehaceres y nos advierte por segunda vez de que "basta ya de cazar pájaros para enjaularlos"(12).

Fue en chirona, concretamente en la prisión sudafricana de la isla de Robben, donde un libro de Shakespeare, que había sido introducido de incógnito, camuflado como si de una Biblia se tratara, fue pasando de mano en mano entre los reclusos hasta convertirse en parte fundamental de la historia cuando un preso decidió subrayar una de sus frases: "Los cobardes mueren muchas veces antes de morir". El preso apuntó el día en que dio con la cita, un 16 de diciembre de 1977, y firmó con su puño y letra: Nelson Mandela (13).


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