Patentes sin causa

Como ya no quedan más impuestos por inventar, recuperamos los clásicos, o sea, los feudales. Lo último, pagar un céntimo por el uso de caminos y puentes



No es lo mismo ver cómo cocinan unos fetuccini de calamar y curry verde en MasterChef que ponerse a hacer de cocinillas en el microondas del despacho. Aunque uno tenga todos los ingredientes -cosa que ya es difícil- luego falta la envasadora al vacío, el soplete, el espumador eléctrico y el delantal blanco. Lo mismo pasa con las vacunas. O eso dicen las farmacéuticas. Ahora la cosa va de liberar o no liberar a Willy. La última vez que un científico en apuros se puso a jugar con el Quimicefa en el sótano de su casa nació una serie muy gamberra, Breaking Bad. Así que si de lo que se trata es de renovar la programación, más allá de Cuéntame, La Voz Kids o Los hombres de Paco, mejor dejar que cada uno se monte su propio laboratorio. Total, las grandes firmas también la pifian de vez en cuando. Ahí tienen a Pfizer. Buscando un remedio para la angina de pecho patentó la viagra, que es más o menos lo que le pasó a Colón de camino a las Indias. Pero, sobre todo, que no se note tanto que ciertos descubrimientos se hacen sólo por dinero.

Estrenamos desalarma y ya nos asustan con que la aleta de un cohete chino sin control nos puede hacer picadillo este fin de semana. Así no hay manera de disfrutar un domingo. Los que saben, Pedro Duque, por ejemplo, ex astronauta y ministro de Ciencia, dicen que ni caso, paparruchas sensacionalistas, lo que ocurre es que ya nadie se fía de la palabra de un experto, sobre todo, desde que nos dijeron que el coronavirus, como mucho, sería un gripazo. Luego está todo el tema ese de la basura espacial. Como no dejamos de enviar mierda el cielo, lo normal es que tarde o temprano llueva chatarra. Como pasa con los océanos y los microplásticos. Por si las moscas, si van de verbenallévense paraguas. En primavera se puede torcer la tarde en cualquier momento.

Como ya no quedan más impuestos por inventar, recuperamos los clásicos, o sea, los feudales. El último, pagar un céntimo por el uso de caminos y puentes. De momento, sólo se está estudiando. El nuevo reality político consiste en filtrar reformas a la prensa y ver cómo reacciona el bolsillo del ciudadanoYo me imagino a los señores del gobierno buscando sin descanso nuevas fuentes de ingresos. A este ritmo, volvemos al derecho de pernada. Eso sí, en versión posmoderna. Que sean las señoras feudales las que dispongan de los mozos casamenteros. Luego algunos se preguntarán qué pasó el martes en Madrid.





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