El mundo está volviendo a ser lo que era. Los muertos están en su sitio, quiero decir, a miles de pantallas de distancia. La normalidad está más cerca
Que el tema de la semana haya sido un corte de pelo demuestra que ya hemos vuelto a la superficialidad de siempre. No recuerdo yo tanto análisis geocapilar cuando Aznar se afeitó el mostacho. Será que Pablo Iglesias, pese a todo, ha significado mucho más de lo que algunos reconocen. Habrá que admitirlo, somos un país de fachadas. Por eso está tan de moda lo de colgar zascas gigantes en la Gran Vía. El último es de Piqué para anunciar la Copa Davis: "En Madrid somos de derecha y de revés". Lo más llamativo, sin duda, es el "somos", porque deja entrever que el central del Barça, en algún monento, se ha sentido merengue. ¿Se imaginan un trueque Sergio Ramos-Gerard Piqué? En fútbol y en Ciudadanos todo es posible. Al final, ya ve usted, ser de centro era sólo darse un tinte. Cuatro lavados y otra vez las raíces.
Y con tanto cambio de look y de chaqueta, Valencia se ha quedado fuera del concurso a Miss Portada. Desde hace días, la Comunidad Valenciana es la región europea que mejor ha controlado al bicho. Si en vez de Valencia hubiera sido Madrid o Cataluña, tendríamos Ayuso o Consell per la República hasta en la sopa, porque Madrid y Barcelona son otro estilismo, mucha libertad y mucho tiquitaca, pero al llegar el finde: operación estampida.
El atasco es otra vuelta a los sábados antiguos. Como también lo son los atentados en Kabul, los sueños rotos en Colombia, la barbarie en Tierra Santa o la falta de oxígeno en la India. El mundo está volviendo a ser lo que era. Los muertos están en su sitio, quiero decir, a miles de pantallas de distancia. La normalidad está más cerca.
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