El INE confirma que España es un tanatorio. Se multiplican las defunciones mientras se estudia la exhumación de Franco. Juguetes sexuales y relojes ponen la nota de color a las prevacaciones
"No estar casado aumenta un 55% el riesgo de morir por un ictus", informa El País en un titular ahumado de incienso, lo que lleva a pensar: "Con la iglesia hemos topado". El dato parece un complot del Vaticano en coalición con Tinder. Pero no, resulta de un estudio cardiológico, el mayor hasta la fecha sobre los beneficios del matrimonio (de los perjuicios, ni hablamos), que para más inri añade que las personas viudas tienen un "30% más de posibilidades de fallecer de manera prematura (1). Como en toda investigación, los resultados merecen cautela. En 2012, el cardiólogo suizo Franz Messerli se pitorreó de la academia anunciando un hallazgo sorprendente: la relación que existe en varios países entre "la ingesta de chocolate per cápita y el número de Premios Nobel".
Para singles descarriados, antiguos solterones de ricino y amantes furibundos de las 50 sombras de Grey en general, La Vanguardia avisa del peligro que entraña, según la destinación, llevarse de mascota un juguete erótico a las vacaciones: "En muchos países están castigados con penas que van de la deportación a la cadena perpetua o la pena de muerte"(2).
Con el miedo metido en el cuerpo y con tal de evitar males mayores, Manuela Carmena ofrece recreo de cercanías y estudia habilitar una playa artificial en la plaza de Colón que deje sin sentido, de una vez por todas, el himno ochentero de Los Refrescos para consuelo eficaz de los rodríguez capitalinos (3).
Con tanto atropello, el pensamiento precoz tiende al orgasmo retuiteado, en un exhibicionismo decadente, como de club de intercambio en temporada baja
A pesar de todo, ojo con los excesos de la desconexión en los viajes. A uno se le puede quedar la cara de Francisco, el rey de la OTI, cuando a su regreso de la isla de los mosquitos en Supervivientes, Jorge Javier le informaba de que Rajoy ya no era presidente. Lo recalca Manuel Morales en su columna ¿Dónde está mi España? (4). En lo que dura una edición del reality, un trimestre largo, el cuñado del Rey ha entrado en una prisión para mujeres; Rajoy lee el Marca desde su plaza de Registrador en Santa Pola; Pedro Sánchez, que no tenía ni escaño, gobierna junto a un astronauta; un colaborador de Telecinco ha sido el ministro de Cultura más breve; el Real Madrid ha ganado su enésima Champions pero Zidane se ha ido, para alegría de Lopetegui que hereda su pizarra, dejando a la Roja en la estacada a las puertas del Mundial; la presidenta de la Comunidad de Madrid, por cierto, tuvo que dimitir por un lío de másters hormonados y vídeos clandestinos de cremas para el cutis...
Lo que está claro, desde luego, es que España se ha acelerado. Como en una campaña de tráfico, el exceso de velocidad se plasma en cifras: "España registra el mayor número de defunciones desde 1941"(5). El país se arruga, según el INE, y la plancha reclama su estatus de electrodoméstico fetiche. Con tanto atropello, el pensamiento precoz tiende al orgasmo retuiteado, en un exhibicionismo decadente, como de club de intercambio en temporada baja. La prisa histórica trivializa los contenidos. El hashtag QuéHaríasConElCadáverDeFranco ya es trending topic y el fantasma del dictador regresa a escena con los honores de un zombi de la Fox (6), mientras fallece Kazuo Kashio, el cofundador de Casio (7), y el tiempo, al fin, se toma un minuto de silencio en sus relojes.
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