Estados Unidos se despide del bikini en Miss América (1). El despelote ya no se lleva. Lo que son las modas. En España, el destape patrocinó la transición de un país acomplejado a base de ocultismo de sotana. Ahora la perversión se ha vuelto onanista. Se practica a solas. En la clandestinidad. Bajo llave o contraseña. Recluida en una pantalla que no protesta. Es la moral de siempre: postureo de escaparate. Para los profesionales del póker, un farol en toda regla. A las primeras de cambio, se nos ve el plumero puritano. Se empieza por la mojigatería y se acaba con la hoja de parra en la obra de arte. O el pezón pixelado de La Libertad de Delacroix. "Miss América dejará de juzgar a sus concursantes en función de su apariencia física para priorizar otros criterios, como los logros en su trayectoria o sus objetivos vitales", anuncian los responsables del concurso, y los palmeros del #MeToo ovacionan la "revolución cultural", sin plantearse siquiera acabar con la ceremonia, que podría ser lo deseable. Tienen bastante con penalizar los pecados de la carne. Alguien ha decidido por todos nosotros que la codicia es más inofensiva que la belleza. Y claudicamos tan anchos. Somos de escándalo fácil. A este paso, algún botarate con la sesera a medio hervir se ofenderá con una pregunta demasiado compleja de Saber y ganar y entonces habrá que censurar el programa. O rebajar sus contenidos. De momento ya nos hemos quedado sin premio Nobel de Literatura, como si la corruptela de un jurado tuviera algo que ver con la inventiva de un juntaletras. La amplificación desmedida también es una forma de caricatura perversa. El exceso de celo, la sospecha indiscriminada, produce un peterpanismo de militancia confortable. Estamos a las puertas de un verdor de primavera santurrona, terreno idóneo, recién recalificado, para el asentamiento de las nuevas inquisiciones.
(1) https://www.elperiodico.com/es/gente/20180605/miss-america-dice-adios-al-bikini-6859187
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