Hay una España vacía, como las ruinas de una antigua civilización sin wifi, en contraste con esa otra España, de desahucio y balconing, que se ahoga en su propio dióxido
En Trabajos de mierda, el catedrático de Antropología, David Graeber, destripa el mundo laboral occidental donde "las empresas pagan a las personas para realizar un abanico interminable de tareas que no aportan nada significativo a la sociedad". La utopía tecnológica, la misma que debería haber librado a los trabajadores de ciertos quehaceres innecesarios, no solo no lo ha conseguido, si es que alguna vez trató de evitarlo, sino que ha derivado en un hastío de despacho, con oficinistas cada vez más apáticos, "en empleos inútiles que detestan", un panorama similar al que intuyó Melville en su Bartleby (1).
El mensaje de Graeber, sin embargo, no parece calar en el campo, donde titulares como el del diario regional HOY, que el pasado mes de febrero abrió el periódico con un grito: "Extremadura pierde cada mes 200 jóvenes de 20 a 39 años por la emigración"(2), reflejan una realidad diferente, tal y como recoge El País en el extenso reportaje de Manuel Viejo, Extremadura se ahoga: "Más de 13.000 jóvenes se han marchado en los últimos cinco años"(3). Son los datos de esa foto finish de la España vacía que tomó en 2016 Sergio del Molino. Un país de interiores deshabitados, con comarcas al filo del abandono más absoluto, que perfilan páramos tan solitarios como los de Laponia, ya en los confines del Círculo Polar Ártico. Esa España vacía, como las ruinas de una antigua civilización sin wifi, es un reflejo grotesco de la otra España de desahucio y balconing, que se ahoga en su propio dióxido. Un problema de estado, al menos de cara a los micros, donde la propia ministra Territorial, Meritxell Batet, reconoce que "la despoblación es el mayor desafío"(4).
En lo que tardan en llegar las cartas de repoblación y el Google extramuros, un grupo de ocho creadores, reunidos en torno a la figura del escritor Gabi Martínez, ha guiado durante unos días a un rebaño de 800 ovejas merinas negras, bautizado como Caravana negra, por las vías tradicionales de la trashumancia en los pastos de La Siberia extremeña, al noreste de Badajoz (5). No había segundas intenciones, aclara Martínez, solo el anhelo de "reivindicar los vínculos entre la cultura y la naturaleza", aunque hay acciones que incluso sin pretenderlo acaban convirtiéndose en auténticos símbolos.
El pintor y poeta William Blake se refirió al asunto: "Lo que hoy está probado, en su momento fue solo algo imaginado".
Por atar cabos, este mismo fin de semana, aquí cerca, casi rozándonos, en esa Italia de Salvini que se distrae coloreando banderas, la fotografía de una anciana, comida de hormigas en un hospital de Nápoles (6), ha dado la vuelta al mundo como una marabunta o una recreación macabra de la obra de Gabriel García Márquez, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra.
(1) https://www.elcultural.com/revista/letras/Trabajos-de-mierda-Una-teoria/41546
(2) https://www.hoy.es/extremadura/extremadura-pierde-doscientos-20180218003125-ntvo.html
(3) https://elpais.com/politica/2018/11/01/actualidad/1541097687_731508.html
(4) https://www.elmundo.es/espana/2018/11/10/5be5c423268e3eb9188b4588.html
(5) https://elpais.com/cultura/2018/11/05/actualidad/1541451153_299470.html
(6) https://www.lavanguardia.com/vida/20181110/452827165545/encuentran-a-una-paciente-cubierta-por-hormigas-en-un-hospital-de-napoles.html
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