Esta semana nos deja preguntas de Trivial: ¿Se puede buscar presidente en Tinder? o ¿Tenemos derecho a que nos devuelvan el voto? Para echarse la siesta, ya hay quien prefiere un debate de investidura antes que un documental del National Geographic
Esta semana nos deja preguntas de Trivial: ¿Se puede buscar presidente en Tinder? o ¿Tenemos derecho a que nos devuelvan el voto? Para echarse la siesta, ya hay quien prefiere un debate de investidura antes que un documental sobre la vida sexual del ornitorrinco en el National Geographic. Los políticos españoles catean otra vez y, lo peor de todo, es que ya no sorprende a nadie. Ahora tocan unas vacaciones Santillana a ver si la reválida en septiembre sirve de algo. En cuatro años, los que tarda en gestarse un tiburón anguila, hemos tenido tres elecciones generales, un gobierno en funciones, una moción de censura, otro gobierno nacido de la moción que renunció a gobernar en minoría tras estamparse con los presupuestos... Una borrachera de urnas que afecta, directamente, al hígado democrático.
Entre usted y yo, ahora que no nos lee nadie, para entender toda esta verbena de La Paloma haría falta una revisión de la escena del camarote de los hermanos Marx en un cineclub de verano a la puerta del Valle de los Caídos. Dice Fernando Savater que las mayores aberraciones históricas provienen "de los pueblos que se aburren, sobre todo si son medianamente felices". Los Sánchez, Casados, Riveras, Iglesias y pandilla representan, con luminosidad y alevosía, un egoísmo infantiloide, una chulería de niñato digno de una novela de Delibes. No hace falta ser uno de esos videntes chuscos que salen en la TDT a la hora justa en la que no hay que dar de comer a los gremlins, ni tener una distopía apuntándonos la tapa de los sesos para saber lo que nos espera, basta con mirar el mapa: Brasil, Italia, EEUU, Rusia, Turquía... Ya lo avisó con sorna el autor de Dos farsas y una opereta, Enrique Jardiel Poncela: "El que no se atreve a ser inteligente, se hace político"; aunque también apuntó: "Aconsejar amistosamente es querer que hagan los demás lo que no haríamos jamás nosotros mismos".
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