Los hombres que miraban fijamente a las cabras y susurraban a los caballos

Finaliza Supervivientes y nos encasquetan, de Grand Prix del verano, investidura interruptus. La telerrealidad, como los ladrones de los anuncios de Securitas Direct, nunca duerme


—¿Qué día es hoy?
—El mismo que ayer.
(Hamada, Eloy Domínguez, 2018)


Finaliza Supervivientes y nos encasquetan, de Grand Prix del verano, investidura interruptus. La telerrealidad, como los ladrones de los anuncios de Securitas Direct, nunca duerme. Parece que julio, y puede que agosto, se nos van a ir al garete entre piscinas y coaliciones. Votar, ya lo decía Millás hace poco, "se va pareciendo, cada vez más, a cambiar de canal"(1). Ya no queda ni disimulo. Cada uno en su universo paralelo, como en un homenaje a The Big Band Theory con aplausos enlatados.

"Decir lo que se piensa ha terminado por ser cosa de tontos, de pobres y de locos. Los poderosos y los famosos sólo dicen cosas simpáticamente falsas; y sonríen con cinismo a la cámara y al becario de turno que les pone el micro delante de la boca (...) Decir lo que se piensa es una cosa de pobres diablos tristes que creen que la verdad sirve aún para algo", tal y como describe el historiador y poeta, Miguel Sánchez Robles (2). Por eso, cuando Martín Caparrós felicita a Amazon con esta lindeza"GLORIA, GLORIA, hosanna y esas cosas: se cumplen 25 años de unos de los grandes momentos más inútiles de la historia reciente", suena a delirio o a herejía, a hoguera y a azufre. "Hay algo raro en un mundo en el que una persona gana en un año lo que 50.000 trabajadores europeos promedio ganan en toda su vida. Algo raro y algo obsceno", prosigue (3).

La actualidad ya solo le interesa a las cabras. Lo cuenta Manuel Rivas en su columna sobre ángulos muertos y saharauis. Recuerda su primera visita a los campos de refugiados y lo que le ocurrió entre "ruinas del futuro" con unas cuantas cabras y un periódico. "Por probar, le ofrecí a la cabra vanguardista un trozo de prensa. Lo disputaron. Lo relamían. Al principio iba despacio, con mala conciencia. Pero las cabras devoraban las noticias con un entusiasmo que los lectores humanos habían perdido"(4)

No de una cabra sino de un caballo habla La tristeza de Chejov, el relato de un cochero a quien nadie escucha, a excepción de su caballo. Tres años después de su publicación, un 3 de enero de 1889, mientras cruzaba la plaza Carlo Alberto de Turín, Nietzsche fue testigo de cómo azotaban a otro caballo. No pudo soportarlo. El resto de sus días, hasta su muerte, fue locura y mutismo.


(1) https://elpais.com/elpais/2019/07/11/opinion/1562855758_567530.html
(2) http://miguelsanchezrobles.blogspot.com/2019/07/la-semilla-del-logos.html
(3) https://elpais.com/elpais/2019/07/15/eps/1563205245_739702.html
(4) https://elpais.com/elpais/2019/07/16/eps/1563270818_289038.html

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