Esto no es un botellón

¿Recuerdan aquel anuncio del Scattergories? "Es mi Scattergories y me lo llevo". Pues eso, de toda la vida, las reglas las han impuesto los dueños del juego. Y el resto, aceptamos pulpo



Si estas Navidades usted no puede reunirse con su tía Gertru y sus 150 primos de Villanueva de los Infantes sepa que es porque no tiene un casino donde caerse muerto. La diferencia entre celebrar y no celebrar la Nochebuena, por lo visto, la marca un casino, pero no un casino de esos que parecen un cuarto oscuro a las puertas de un colegio, sino un casino elegante, con su escalinata de mármol, sus vidrieras neobarrocas y sus lienzos de Romero de Torres. Ya lo indica el eslogan de la ciudad casino por excelencia, "lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas". Y ahora, por extensión, en el Casino de Madrid. La que se ha montado porque El Español (el digital, no el equipo de fútbol) ha celebrado, en petit comité, apenas 80 comensales, su quinto aniversario justo el día que comenzaba el estado de alarma. Y eso que se cumplían, "escrupulosamente", todas las medidas de seguridad que señala el protocolo de los chiquiparks para este tipo de juergas. 

Entre los invitados, la crème de la crème, cuatro ministros, incluido el de Sanidad, que avalan la fiabilidad del cumple. También el líder de la oposición, Pablo Casado, la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, Inés Arrimadas y otros políticos, empresarios, banqueros, cargos militares y deportistas de copete. Personal, como ven, altamente cualificado, con doble posgrado en la Sorbona, al menos, capaces de calcular, si toca, la parábola exacta que describen los aerosoles en caso de estornudo. Riesgo cero. Lo que viene siendo un botellón con calimocho de barrica. Además, hay que tener en cuenta que los grandes líderes también merecen su momento after. Si a usted o a mí nos confinan el finde, tampoco es para tanto, tenemos el resto de la semana para tocar el ukelele. Pero ellos las están pasando canutas con todo esto del covid. Mucha presión, tanta que por algún lado tiene que petar el asunto, ya sea en un polígono o en un palacete.

Y por si todavía quedan dudas, Pedro J. Ramírez, artífice de la velada, zanja el debate con las típicas declaraciones que vienen a decir, más o menos, que esto no es lo que parece. Y si lo fuera, qué. ¿Recuerdan aquel anuncio del Scattergories? "Es mi Scattergories y me lo llevo". Pues eso, de toda la vida, las reglas las han impuesto los dueños del juego. Y el resto, aceptamos pulpo.





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