La lámpara maravillosa y el genio populista

Ahora que todo es Observatorio y efecto óptico, que existe un Gran Hermano por cada hormiga y un espejismo cromático para cada tiempo muerto, parece que nadie se percata de que, como escribe Enric González, "la pobreza está llena de urgencia y confusión"




Decía Galeano, en Los Nadies, que hasta "las pulgas sueñan con comprarse un perro". Ahora que todo es Observatorio y efecto óptico, que existe un Gran Hermano por cada hormiga y un espejismo cromático para cada tiempo muerto, parece que nadie se percata de que, como escribe Enric González en El País, "la pobreza está llena de urgencia y confusión. Cuesta pensar con frialdad cuando el dolor se hace crónico porque no hay dinero para médicos o medicinas (...) Cuesta ser ecuánime en una vivienda húmeda. Cuesta evitar el resentimiento cuando solo se te permite mirar desde lejos los barrios de la abundancia"(1).

De tanto leer estadística, de tanto asomarnos al microscopio, Los Nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada, los ningunos, los ninguneados... ingresan en la actualidad como microorganismos de laboratorio, invisibles a la hojeada: "Significa que no son noticia. La repetición constituye un mecanismo normalizador de enorme eficacia", certifica Juan José Millás (2). Igual que El turista 1.999.999 de Los Stop se quedaba sin focos por un error de cálculo, al pobre numérico, al codificado, no le queda otra que ser la comparsa de la rutina, quizá una performance como la de los maniquís que imitan niños enjaulados en las calles de Nueva York para denunciar la política migratoria de Trump (3), todo muy cool, mientras en el pomo de las fronteras del primer mundo seguimos colgando un Don't disturb de diseño.

Luego alguien, puede que en Babia o en Netflix, en el pasillo de los veganos de El Corte Inglés o de safari en el Serengeti, se preguntará indignado por qué se vota lo que se vota, y los meteorólogos ejercerán su función didáctica, tratando de concienciar a la audiencia sobre los temibles efectos del cambio climático, solo por no entender eso de que "la pobreza está llena de urgencia y confusión", también de anhelo y prejuicios, de miedo a perder todo aquello que no se tiene. "El miedo es la peste moderna", escribe Antonio Lucas (4), un bubón que viaja en el móvil y se transmite por mensajes de absorción rápida, como los Sugus.

Nada nuevo bajo el sol, según explica Quim Monzó en La Vanguardia. Hace cuatro años, cuando Donald Trump inició su Cruzada electoral pregonando a los cuatro vientos la expulsión de todo musulmán que no tuviese pozos de petróleo en el apellido, una consultora se dedicó a realizar una encuesta en la que se preguntaba a la población si creían necesario bombardear el sultanato de Agrabah. "Un delirante tanto por ciento dijo que sí"(5). Sorprendente, sin duda, sobre todo si se tiene en cuenta que Agrabah es la ciudad imaginaria de Aladdín, por lo visto, cuna de yihadistas, como aprende todo buen demagogo tras un curso de verano en Disneyland.


(1) https://elpais.com/elpais/2019/06/14/ideas/1560534476_993466.html
(2) https://elpais.com/elpais/2019/06/10/eps/1560165980_122042.html
(3) https://www.publico.es/videos/776934/raices-denuncia-la-politica-migratoria-de-trump-con-una-impactante-inciativa-en-las-calles-de-nueva-york
(4) https://www.elmundo.es/madrid/2019/06/13/5d012514fdddffbe838b467a.html
(5) http://www.magazinedigital.com/opinion/lampara-magica

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