Hace tiempo que la prensa para sobrevivir apostó por el apocalipsis. Así, por lo menos, vende dos o tres ejemplares más en el kiosco. Y, con un poco de suerte, lo mismo hasta consigue un anuncio de alguna casa de alarmas. Lo suficiente para llenar la plantilla de colaboradores que no ven un duro con tal de hacer currículum para llegar algún día a ser un falso autónomo
De toda la vida, un susto se va con otro susto, igual que un clavo saca otro clavo. En menos de seis meses, un español medio, de esos con el aura desechable, lo que viene siendo un tipo con mala suerte, ha podido contagiarse del bicho viendo un botellón por la tele, perder el trabajo (eso está muy de moda en la colección otoño-invierno), saber por una reportera de Telecinco que le han okupado el apartamento de Fuerteventura al que no ha podido acudir este verano por culpa de algún confinamiento, y, para rizar el rizo, recibir una notificación del colegio de sus hijos, informándole de que el inicio de curso se retrasa porque el equipo directivo está en cuarentena. Si el susodicho, además, es socio del Barça, ya ni les cuento.
Hace tiempo que la prensa para sobrevivir apostó por el apocalipsis. Así, por lo menos, vende dos o tres ejemplares más en el quiosco. Y, con un poco de suerte, lo mismo hasta consigue un anuncio de alguna casa de alarmas. Lo suficiente para llenar la plantilla de colaboradores que no ven un duro con tal de hacer currículum para llegar algún día a ser un falso autónomo.
Y en medio de tanta bulla, la Fiscalía toma la palabra y dice que no ve delito en la propagación de embustes difundidos por las redes sociales durante lo peor de la pandemia. Las fakes en España, siempre según la Fiscalía, son un ejemplo de "libertad de expresión y crítica". Y donde se ponga un bulo, ¿quién quiere un periódico? Para que luego digan que aquí no somos tolerantes. Por si no lo recuerdan, se publicaron imágenes con mucha víscera para concienciar, supuestamente, de todo lo que estaba pasando y nadie nos contaba. La cosa, sin embargo, tenía truco. Se utilizaron fotografías de otras tragedias, como un funeral con decenas de ataúdes de un naufragio en Lampedusa. O vídeos que decían reflejar lo que estaba ocurriendo en el Hospital Ramón y Cajal, con cadáveres apilados en bolsas -"como perros", rezaba el texto-, cuando lo que realmente se veía era una grabación realizada en un hospital de Guayaquil.
Con una apuesta tan descarada por el trampantojo, las declaraciones de Messi: "Aquí no hay proyecto ni hay nada, se van haciendo malabares y se van tapando agujeros a medida que van pasando las cosas", podrían aparecer firmadas por un analista del Pentágono. No se sorprendan si el día menos pensado, reciben aquel famoso discurso de Luther King, manipulado, por supuesto, y en lugar del "I have a dream", se escucha, con acento de Utrera,"yo tengo una pesadilla"... Y todos tan panchos. Total, hoy hemos sabido que en nombre de la libertad de expresión cabe cualquier estafa informativa, siempre que se haga con cariño, claro.
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