La siesta del hombre araña

Parece que entre unos y otros nos hayamos conjurado para trolear al tío de Spiderman y tragar con la última norma de la casa: un gran poder conlleva una gran irresponsabilidad




Las puertas giratorias tienen algo de comedia de Jerry Lewis. De lío en los grandes almacenes. De ciclo corto de lavado donde uno nunca sabe si es un hombre que ha soñado ser un hámster o un hámster que soñaba ser un hombre. Frente a una puerta giratoria siempre hay un niño perplejo y un expolítico echando currículums. Como resulta que ya no hay paro ni profesionales en la cuneta pasándolas canutas, "un tercio del segundo Ejecutivo de Rajoy trabaja en diferentes sectores pese a seguir en periodo de incompatibilidad", informa El País (1). El último en cantar bingo ha sido Rafael Catalá, exministro de Justicia, que ha fichado de nuevo por Codere, la casa de apuestas de la que ya había sido directivo, compaginándolo ahora, además, con su actual cargo en el PP, la presidencia en el consejo de administración de Belagua (empresa mayorista de AC Hoteles), la asesoría del bufete Herbert Smith Freehills y un trabajillo para el Atlético (2)

Antes que Catalá, también optaron por la vía privada: Román Escolano (ministro de Economía), Íñigo de la Serna (Fomento), Soraya Saenz de Santamaría (vicepresidenta) o Fátima Báñez (Empleo). No son los únicos. Más allá de las siglas, otros ilustres como Felipe González (Gas Natural), José María Aznar (Endesa), Pedro Solbes (Barclays), Ángel Acebes (Ibredrola), Isabel Tocino (Enagás)... allanaron el camino, solo que en sus casos, guardando la prescriptiva cuarentena de dos años que establece la ley como señal de decoro. Para los impacientes, existe la Oficina de Conflictos de Intereses que, durante más de una década, ha aceptado el 98% de las solicitudes recibidas, una laxitud que ya reflejó en 2016 un informe del Tribunal de Cuentas. Por no entrar en otros berenjenales que merecen artículo aparte, como el regreso de Màxim Huerta a la parrilla pública. 

Para evitar suspicacias, bastaría con que cada mochuelo volviera a su olivo. Ni más ni menos. Pero hacer las américas sin un virreinato en juego, con la pillería que se gasta el lince ibérico desde los tiempos del Lazarillo, rebajaría vocaciones. Cada parlamento representa lo mejor de su folclore y aquí el enchufismo no es solo cosa de políticos y eléctricas, tiene algo de bricomanía de domingo, de chapuza sin IVA, de reparto de palcos en la boda de la hija de Don Vito Corleone, un guateque familiar, ya me entienden, Coca-Cola para todos y algo de comer... Parece que entre unos y otros nos hayamos conjurado para trolear al tío de Spiderman y tragar con la última norma de la casa: un gran poder conlleva una gran irresponsabilidad.


(1) https://elpais.com/politica/2019/08/11/actualidad/1565549544_808471.html
(2) https://elpais.com/politica/2019/07/30/actualidad/1564484893_443806.html

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