Parece que hay una carrera por ser carne de meme. Se diría que los políticos han encontrado un filón en eso de hacer el ridículo, y ahí andan, derrochando humores
Parece que hay una carrera por ser carne de meme. Los nominados al mejor chiste son la Ayuso republicana y el Pedro Sánchez del récord guinness en palabras por segundo. Se diría que los políticos han encontrado un filón en eso de hacer el ridículo, y ahí andan, derrochando humores. La nueva OTAN -como la vieja- también tiene protocolo de chascarrillo. Le afean a Pedro Sánchez su verborrea de esprínter, como si fuera el primer presidente que se pirra por un papel en Hollywood. Tiene mucho que ver con nuestra manera de chapurrear la diplomacia. En medio minuto -ya lo saben- Pedro Sánchez rajó con Biden sobre la falta de gol de Morata, el problema con el césped de La Cartuja y no sé qué del beso de JLO y Ben Affleck. Es otro caso, evidente, de político contra el crono. Con 30 segundos -centésima arriba, céntesima abajo-, Puigdemont hubiera montado y desmontado tres estanterías modelo Ítaca.
Antes, los presidentes solían tener carisma, ahora tiran de perfil para colgar los selfis. Forma parte del carpe diem político. Se lleva lo breve. Y por lo mismo, vuelve la Constitución que se lee como el Marca. La Constitución tiene apenas 50 páginas (versión millennial), le falta alguna foto, es verdad, pero lo compensa con mucho tabulador. Además, permite hacerse un Woody Allen, quiero decir que aunque no te la leas porque se haya agotado en Amazon, sabes que trata de España, igual que Guerra y Paz va sobre Rusia.
Lo peor, precisamente, puede ser ojearla. Pone cosas tan radicales que parece El Libro Rojo de Mao, recuerden, todos los españoles tienen derecho a trabajar y "a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo". O -ésta es muy buena-, todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna, "los poderes públicos establecerán las normas pertinentes (...), regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación". O sea que aquí todo quisqui, no sólo los indepes, se pasa el cotarro del 78 por el arco de triunfo, lo que provoca graves consecuencias. El pasado lunes, en Barcelona, se suicidaba un hombre por culpa de un desahucio. Dicen los jueces que no aportó la documentación necesaria, como si vivir fuera un formulario. Es una tragedia que en este país se despache con tanta rapidez cualquier amiguismo -las cumbres bilaterales, las romerías en Colón, los indultos...- y que nadie mueva un dedo por arreglar lo que realmente importa.
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