El futuro siempre llama dos veces

Cuando llega, el futuro siempre decepciona. Ocurre como con ciertos jinetes del apocalipsis, en la Biblia parecen más altos



Cuando llega, el futuro siempre decepciona. Ocurre como con ciertos jinetes del apocalipsis, en la Biblia parecen más altos. Ni humanoides con superpoderes, ni vuelos de línea a Saturno cada diez minutos. A cambio tenemos el DVD con los mejores momentos de la OMS, un alegato desmotivacional para acudir al notario con unas ganas locas de hacer testamento. La Organización Mundial de la Salud se parece cada vez más a uno de esos árbitros que trata de compensar un penalti mal señalado. La pregunta es ¿cuántos titulares catastróficos podremos encajar sin besar la lona? Cada organización tiene el suyo. El FMI, el BCE, la CEOE y cualquier otra sigla que busque minutos en la sopa de letras. De hecho, ya hay estudios que detectan una siglafobia en aguas residuales de Barcelona en marzo de 2019, algo así como un milenarismo tardío, con menos ceros y en lenguaje inclusivo, lo que demostraría que el futuro no es otra cosa que un presente aplazado, el lugar idóneo para malgastar el plan de pensiones comprando Remdesivir en el mercado negro. 

Y así vamos deshojando ERTES, que es como decir que hemos aceptado COVID como virus de compañía. Eso sí, con la distancia visual adecuada para que la ceguera no se contagie. Guillem Martínez, en CTXTle pone título de pesadilla juvenil a toda la fanfarria esa del pacto para la reconstrucción: "Sé lo que hicisteis en la última crisis".








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