Es el cuadro sintomático de una actualidad efectista que busca eslóganes a cada minuto. A falta de ideas, todo es corazón como en un anuncio de Benetton. La taquicardia forma ya parte habitual de la vida contemplativa
La Roma de Alfonso Cuarón está a un paso de demostrar, por enésima vez, que con buena promoción todo es posible. Según calcula The New York Times, la película del mexicano salió por unos 13 millones de euros. Solo en publicidad, Netflix le ha dedicado entre 20 y 25, en una campaña maravillosamente orquestada por Lisa Taback, veterana especialista en encumbrar cintas a base de propaganda. Con ella en la retaguardia, ya lograron el Oscar a la mejor película: Shakespeare in love, El discurso del Rey, The artist o Spotlight (1).
Todo eso ocurre mientras en Venezuela se lían a conciertazo limpio. De un lado de la frontera, en Colombia, reunidos por el multimillonario británico Richard Branson: Alejandro Sanz, Paulina Rubio, Carlos Vives, Juanes, Fonsi y otras tantas estrellas. Del otro, la réplica bolivariana de Nicolás Maduro, en un recital bajo el lema: Manos fuera de Venezuela, en lo que ya se ha bautizado como la guerra de los conciertos, en referencia a aquel reportaje que Ryszard Kapuscinski tituló: La guerra del fútbol, hace ahora cincuenta años, cuando Honduras y El Salvador, enzarzados en un conflicto diplomático, se disputaban mucho más que la clasificación para el Mundial de 1970, justo dos semanas antes de que estallara un enfrentamiento que duró apenas cuatro días mal contados y que causó, se dice pronto, la muerte de más de 5.000 personas (2). "La guerra vista a distancia y hábilmente manipulada en una mesa de montaje no es más que un espectáculo", escribió entonces el periodista polaco.
Es el cuadro sintomático de una actualidad efectista que busca eslóganes a cada minuto. A falta de ideas, todo es corazón como en un anuncio de Benetton. La taquicardia forma ya parte habitual de la vida política. Miren si no el logo de la mayoría de partidos españoles que, sin motivos para el diálogo, coinciden en la víscera. Podría ser la obra de un adolescente en Babia, porque como dice Jorge Marirrodriga, con tanto corazoncito parece que "en vez de elecciones se va a celebrar la Love Parade (3)".
En su último ensayo, Jugarse la piel, Nassim Nicholas Taleb avisa del peligro de tanto experto "en mangonear el mundo sin poner en riesgo sus privilegios"(4). Juan José Millás recuerda que el precio de la vivienda se ha encarecido un 30% en los últimos cuatro años, pero claro, hablar de eso, por supuesto, supone ser un mal patriota. "Hay que meter eso en la cabeza de los contribuyentes para que adopten, frente a los conflictos reales, una actitud de carácter religioso. La patria, en fin, no es un lugar de encuentro, sino una teología en la que de la pobreza solo hablan los ateos, con los que hay que acabar"(5).
Antonio Lucas, a propósito de los ochenta años de la muerte de Machado, escribe: "Lo empujaron a la nómina del exilio, la derrota y la tristeza, todo junto. Pero no lo han callado. Sucede con algunos poetas que sobreviven al fragor de la bandera y la pancarta. Son los que lanzan las palabras más lejos que la vida. Los honestos. Los mágicos (...) Faltan poetas de verdad. Sobran mujeres y hombres de mentira"(6). También escasean políticos y políticas con menos pulsaciones, capaces de no citar al bulto, como le ha ocurrido a Pedro Sánchez en su Manual de resistencia, donde ha confundido a Fray Luis de León con San Juan de la Cruz, un error más que probable, "cuando no se ha leído a ninguno. Este es el nivel", concluye Lucas.
Como decíamos, lo malo no es que Roma gane el Oscar gastándose un riñón en prebendas, que también, lo peor de todo, sin duda, es que el resto de candidatas no son mejores.
(1) https://www.nytimes.com/es/2019/02/19/roma-netflix-oscar/?smid=tw-espanol&smtyp=cur
(2) https://www.lavanguardia.com/opinion/20190223/46629170212/la-desconcertante-guerra-de-conciertos.html
(3) https://elpais.com/elpais/2019/02/21/opinion/1550762092_886312.html
(4) https://www.elmundo.es/papel/lideres/2019/02/21/5c6af6f721efa0fb378b46ea.html
(5) https://elpais.com/elpais/2019/02/21/opinion/1550749311_793564.html
(6) https://www.elmundo.es/opinion/2019/02/22/5c6ef8b021efa017268b456e.html
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