Batman, Pulp Fiction y La Metamorfosis de Kafka

Las redes sociales necesitan con urgencia una vacuna eficaz contra la viralización indiscriminada. El bulo se contagia con una impunidad vertiginosa. Es hora de repensar nuestro algoritmo mental



A sus 78 aƱos, con mĆ”s achaques que heroĆ­smo, parecĆ­a que Batman, el soltero de oro del cómic, finalmente se nos casaba con Catwoman. Un aƱo de preparativos minuciosamente custodiados por Tom King, el exagente de la CIA encargado de planificar el bodorrio. Y ni con esas. Como en un culebrón de sobremesa, todo se ha ido al traste en el Ćŗltimo momento. El enlace editorial del aƱo, dibujado por el ilustrador navarro Mikel JanĆ­n y previsto para la sugerente fecha estadounidense del cuatro de julio, ha acabado, tal y como destripaba el pasado domingo un periodista del New York Times, en calabazas (1)Es el suculento contrabando del espóiler, capaz de arruinar hasta un Batrimonio. Por las cornisas de Gotham City todavĆ­a se cuchichea el supuesto plantón. De momento, y a la espera de que la historieta aterrice en EspaƱa para aclarar de una vez por todas lo ocurrido en el casorio, lo que sĆ­ parece es que la mĆŗsica de las nupcias corre a cargo de artistas espaƱoles. Por ahĆ­ andan Miguel BosĆ©, JoaquĆ­n Sabina, Alejandro Sanz...

Con las cabeceras históricas lanzadas a reventar exclusivas de dibujos animados, uno ya no sabe quĆ© tomarse en serio y quĆ© no. "Hemos llegado a un punto de sensacionalismo en el que da exactamente igual que alguien diga algo o que no lo diga. Los clics no esperan a remolones y mucho menos a profesionales", arranca su columna Juan Soto Ivars (2). Se refiere al bulo difundido por un tuitero y divulgado por varios medios sin contrastar, en el que Mónica Marchante criticaba supuestamente a MarĆ­a Gómez, la reportera de Mediaset en el Mundial de Rusia. Falso. Tuvo que ser un redactor del Mundo Today, digital satĆ­rico, el que iniciarĆ” la labor de verificación que se supone que corresponde a la prensa decimonónica. Horas mĆ”s tarde, La Vanguardia desmentĆ­a el entuerto, cuando la patraƱa ya se habĆ­a viralizado.

No es la Ćŗnica polĆ©mica en la que se ha visto envuelta durante estos dĆ­as MarĆ­a Gómez. Abanderada feminista contra el comportamiento inapropiado de algunos aficionados en el Mundial, la cronista, en un ejercicio de estilo, no dudaba en piropear mientras tanto a los "pibones" de la selección marroquĆ­ (3). Paradojas del moralismo progre. Suficiente para que las redes liaran una escabechina, como si la coherencia fuese norma de la casa.


Con las cabeceras históricas lanzadas a reventar exclusivas de dibujos animados, uno ya no sabe qué tomarse en serio y qué no

Precisamente en las redes, que orbitan entre el incedio y el tedio continuo, se ha producido uno de los hallazgos de la jornada: la premonición del VAR en una escena de Pulp Fiction (4). En concreto, el movimiento de brazos que hacen los colegiados para seƱalar que van a consultar la pantalla, anticipado, como en una profecĆ­a, por un gesto de Uma Thurman en la pelĆ­cula de Quentin Tarantino. El descubrimiento ha abierto la veda. En ABC se remontan hasta un episodio de los Picapiedra, fechado en 1961, para encontrar el primer indicio del nuevo sĆ­mbolo del reglamento futbolero.

La imagen del dĆ­a, sin embargo, tiene algo de reflejo asimĆ©trico, de instantĆ”nea casi melliza y corresponde a dos estatuas. Mientras en Barcelona una pareja de activistas de Open Arms colocaba un chaleco salvavidas gigante en el brazo de Colón (5), una mujer en Nueva York se situaba justo debajo del pie de la estatua de la Libertad, como un insecto que espera su alpargatazo definitivo, en protesta por la polĆ­tica migratoria de Trump (6)

Son las performances suaves de una actualidad donde hasta la inteligencia artificial se amotina. A modo de opĆŗsculo futurista, Retina titula: "Aviso a navegantes: los algoritmos tambiĆ©n se ponen farrucos"(7). El listado pasa revista a una serie de robots que se sublevaron contra sus creadores. Entre los procesados, una especie de arĆ”cnido que, a pesar de haber sido inventado para recorrer cualquier tipo de superficie en el menor tiempo posible, decidió, de la noche a la maƱana, que era mĆ”s cómodo darse la vuelta y ponerse panza arriba, con las patas al aire, como en un guiƱo funesto a La metamorfosis de Kafka.




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