Hombre rico, hombre pobre

Los menores de cuatro años procedentes de familias humildes han escuchado una media de 35 millones de palabras menos que los criados en ambientes de mayor nivel socioeconómico


Foto: Sasint Typchay


(Hay imĆ”genes que, sin ser uno Juan JosĆ© MillĆ”s, merecen un comentario. Ɖsta es una de ellas. Su luz lleva el sello de un atardecer remoto en Indochina, donde un niƱo imita a Cristiano Ronaldo. La chilena, en este caso sólo medio chilena para los puristas, atendiendo a la posición paralela del cuerpo respecto al campo, no alcanza ni la plĆ”stica ni la estĆ©tica de la del portuguĆ©s y, sin embargo, no necesita de los elogios de la FIFA para provocar un encanto anónimo que emociona. Nadie hablarĆ” de ella en las tertulias aunque bien podrĆ­a formar parte de la retrospectiva que la National Gallery dedica estos dĆ­as a Monet, el artista que intentó pintar el aire. En aeronĆ”utica se conoce como bautismo de vuelo. Asistimos al momento exacto en que un niƱo despega sin necesidad de Balones de Oro, justo antes de comprobar que la gravedad afecta por igual a hĆ©roes y a humanos y que toda ascensión acarrea su declive. Su compaƱero bajo palos, nunca antes una expresión fue tan acertada, testificarĆ” la proeza de sus cortas vidas mĆ”s tarde, tal vez maƱana, cuando el recuerdo filtre las impurezas de los detalles y ni siquiera quede claro, ni falta que hace, si el remate acabó en gol).


35 millones. AsĆ­, a la intemperie, la cifra no dice nada. PodrĆ­a ser el precio del Ćŗltimo lateral izquierdo de reparto fichado por el BarƧa. Un titular muy de bufanda dirĆ­a que los azulgrana se retiran de la Champions para centrarse en el doblete casero. Los de Valverde viajaron a Roma para cumplir con un trĆ”mite, el trago burocrĆ”tico de unos cuartos que eran una bicoca, una obligación a desgana, y se trajeron un revolcón con sonrojo, recuperando su genoma tradicional, el que dice que los culĆ©s no saben ganar si no hacen de su fĆŗtbol de autor un arte, y recobrando de paso su antigua condición de loser continental (1). Pero no sólo de fĆŗtbol vive la prensa. Los 35 millones hacen referencia al lenguaje, en concreto a la diferencia abismal en el nĆŗmero de palabras que los niƱos de cuatro aƱos han escuchado en función de su estatus socioeconómico, segĆŗn el estudio Diferencias significativas en la experiencia cotidiana de los niƱos pequeƱos. El fenómeno o la lacra viene acuƱado por los investigadores como La catĆ”strofe temprana, una tesis de corte determinista que vincula las capacidades lingüísticas y cognitivas de los jóvenes al bolsillo de sus progenitores (2).

Mientras eso ocurre, en algĆŗn lugar del MatarraƱa, Donald Trump Jr. desconecta y se relaja cazando cabras (3). "Nunca serĆ© del partido apocalĆ­ptico", reivindica Manuel Rivas, quien a los veinte aƱos fue acusado de un delito de sedición por publicar una noticia sobre la intoxicación de unos soldados en un cuartel de La CoruƱa. Ahora saca ensayo, Contra todo esto, su particular ajuste de cuentas con una actualidad que le avergüenza, "una acumulación de cosas me hizo sentirme en un paĆ­s que se hundĆ­a en el bochorno" (4), aunque sin ceder nunca al desĆ”nimo. 

Entre los destellos, historias como la de Phiona Mutesi, el prodigio del ajedrez de Katwe, el mayor barrio marginal de Kampala. Ella inspiró la película de Disney La reina de Katwe, y ahora todos los niños ugandeses, carcomidos de hambre en un país donde un rolex no es otra cosa que un rollito de verdura, pretenden imitarla (5). Un final feliz de esos que tanto encandilan a Hollywood, meca ilusionista de una realidad calada de hackers y marcas.

Precisamente, The Hackers News lanzaba la voz de alarma: el Despacito de Luis Fonsi había sido borrado de la faz de Youtube. En su lugar, un fotograma de la serie La casa de papel, en el que unos ladrones con mono de presidiario y mÔscara de Dalí apuntan a cÔmara. El de Fonsi, con sus mÔs de cinco millones de visualizaciones, no es el único vídeo caído, Shakira, por si tuviera poco con el enfado de Piqué por la eliminación europea, también se ha visto afectada (6)
Unos hackers han hecho desaparecer de la faz de Youtube el Despacito de Luis Fonsi 
Contra los vaivenes del destino, El Corte Inglés presenta el primer seguro que "premia un estilo de vida saludable", vinculando el precio de la póliza a los hÔbitos de sus clientes. A saber: si el asegurado es capaz de caminar un mínimo de 10.000 pasos diarios, recibirÔ un descuento trimestral de diez euros canjeables en sus comercios (7). Mercadotecnia de última generación, similar a la de IKEA, que ha logrado abducir de tal modo a los milennials que ya bautizan a sus retoños con nombre de estantería. Así lo atestigua la popular web britÔnica para padres, BabyCenter, que, ademÔs, desgrana los motivos: "Los nombres de los muebles se han vuelto icónicos por su escandinava sonoridad y su tendencia al género neutro tan valorado entre los hispsters" (8). Para Quim Monzó, la multinacional sueca, garante de las repúblicas independientes de andar por casa, tiene otras connotaciones literarias: "El Nobel es el IKEA de la literatura", una especie de Eurovisión de las letras con persistente fragancia de amaño (9). En Yorokobu, un titular desconcertante: Occidente estÔ perdiendo el olfato (10). En un artículo en la revista Time, la investigadora Asifa Majid comenta que mientras para los occidentales es cada vez mÔs complejo diferenciar olores, para las tribus de cazadores recolectores de Malasia referirse a un olor es algo tan sencillo como identificar un color. Para Majid, el distanciamiento de los olores por parte del mundo occidental arrancó con la Revolución Industrial. Desde entonces los olores o se eliminan o se enmascaran. El profesor de Sociología de la London University, Anthony Synnot, añade un componente moral a los aromas, que también pueden ser buenos o malos. En este sentido los olores pueden llegar a indicar diferencias de clase. Por lo visto los estadounidenses son los mÔs obsesivos en este aspecto. Entre perfumes, detergentes, ambientadores... dedican mÔs de 240.000 millones de dólares anuales a la desodorización.
EstÔ de moda entre los millennials poner a sus hijos nombres de muebles de IKEA, según una web britÔnica
Aunque no hay estudios sobre el tema, tiempo al tiempo, de haberlo sabido, los creadores de Stonehenge o de los geoglifos de Nazca, cuyas obras son ahora revisadas, suponemos que se habrĆ­an llevado las manos a la cabeza. Otra tesis sugiere que hace cinco millones de aƱos, una megainundación en forma de cascada rellenó el MediterrĆ”neo en menos 24 meses. (No sabemos si para su exposición en pĆŗblico, los expertos tiraron de archivo y rescataron las inolvidables imĆ”genes de las aguas abiertas del Mar Rojo en Los diez Mandamientos). 

En otro artículo, parece que los científicos buscan la gloria mediÔtica en martes, Paul O Higgins, profesor de Anatomía en York, señala que las cejas fueron clave en la evolución humana, su movilidad permitió a los humanos modernos ampliar sus habilidades comunicativas y entretejer nuevas redes sociales (Mark Zuckeberg toma nota desde el Senado de los Estados Unidos). En El Periódico, el líder soviético Breznev, junto a Zapatero y Frida Kahlo, ilustran el tema. Si me vieran el ceño mientras escribo esto, entenderían de lo que hablo.



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