Pressing catch

Para triunfar en política cada vez se necesita menos coeficiente. Basta con repetir mucho la misma simpleza o desplegar una lona del tamaño de Godzilla en los morros del adversario, como si gobernar fuera presidir un club de fútbol o anunciar la última serie de Netflix



Venimos diciendo que para triunfar en política cada vez se necesita menos coeficiente. Basta con repetir mucho la misma simpleza ("España nos roba"; "comunismo o libertad"), y, por supuesto, desplegar una lona del tamaño de una catedral gótica en los morros del adversario, como si gobernar fuera presidir un club de fútbol o anunciar la última serie de Netflix

Algo de eso tiene el mitin de Vox en Vallecas. En la Plaza Roja, ni más ni menos. Es como si Carrillo hubiese elegido el Valle de los Caídos para celebrar la legalización del partido comunista. Con una diferencia -sustancial- aquellos políticos buscaban la convivencia, estos, los actuales, ya han demostrado, sobradamente, que no. Y aún así, a pesar de la pobreza del espectáculo, cada cual tiene derecho a plantar su tenderete donde le dé la real gana. También de eso va la democracia. De respetar, incluso, a quien no respeta. De combatirlo con el don de la palabra. O de la indiferencia. De vencerlo donde se vencen a los rivales en las sociedades libres, o sea, en las urnas, a base de votos. Y si no se puede, toca hacer autocrítica. Entender qué está pasando para que haya tanto odio en las sobremesas. 

¿Recuerda alguien ni una sola idea pronunciada por Abascal durante el discurso? Sí, ya sé, que los menas son muy malos. ¡Toma repertorio! ¿Algo más? Que el glorioso imperio español se hizo añicos por culpa de la izquierda abertzale o que el chalé de Pablo Iglesias se financia con dinero del cine kurdo, vaya usted a saber. En la política ficción cabe cualquier bulería. El problema es que gracias al antifascismo cutre, Vox ya tiene su campaña a puntoY como ahora sólo existe Madrid en el noticiero (igual que hasta hace dos días todo era Cataluña), así no se habla, por ejemplo, del pitorreo del vacunódromo. 

De las tribus urbanas, ya lo ven, hemos pasado a los populismos. Cada hooligan reivindica su trocito de circo público. Vamos derechos al pressing catch, que es la batallita hecha franquicia. Así que harían bien los telediarios, al mostrar ciertas imágenes, de avisar a los niños con aquel viejo rótulo de la lucha libre: no intentes imitar en casa o en la escuela lo que ves en los mítines.




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