Alguien debería avisar ya que tampoco hace falta que cada noticia sobre la pandemia sea un homenaje a Berlanga
Sabíamos que los androides contaban ovejas eléctricas para dormirse a gustito; ahora, además, cualquier tipo con una pizca de mollera, uno de esos que memorizaban dos listines de teléfono en el ¿Qué apostamos?, puede recitar del tirón el nombre y apellidos de cada uno de los vacunados justo antes de irse a soñar con los angelitos. (Primera certeza: no hay certeza distópica que pase la Selectividad). España ha vacunado al 0,37% de su población, o sea, cuatro gatos (nótese que la cifra es de hace unos días, lo mismo rondamos ya el 0,38). Una simple regla de tres (para eso sirve el colegio, para aplicarles, de vez en cuando, una regla de tres a los políticos) permite dejar las cosas claras: si en un mes hemos pinchado aproximadamente al 0,37% de la población, para llegar al 100%, necesitaremos algo más de 22 años. Apunten la fecha: en el 2043, ni rastro del coronavirus. La buena noticia es que sólo se necesita el 70% para la inmunidad de rebaño, lo que rebaja, sí o sí, el viacrucis. Más allá de la broma y de las cifras, tan engañosas como las que se manejan a diario, el timo de las vacunas, que no afecta sólo a España como le gustaría a Ayuso, nos lleva a la segunda certeza y última de este párrafo: Europa ya no juega la Champions.
Flashback (o analepsis, si lo prefieren en cristiano). 20 de enero, día de San Sebastián, patrón de Palma. El obispo de Mallorca suelta en plena misa que el covid se vence con la ayuda de Dios. Él, por si las moscas, ya se había vacunado. La excusa: "El papa Francisco nos instó a vacunarnos para evitar la propagación de la pandemia". De asuntos como éste, viene aquello de ser más papista que el papa. Decíamos que se han vacunado cuatro gatos, pero ya forman parte de la quiniela un alcalde, un obispo, un militar y algún austrohúngaro. Esto, señores, a falta de presupuesto, es un homenaje en toda regla a Berlanga.
Seguimos para bingo. Con tanto mamoneo, los antivacunas han perdido intención de voto. Ahora todo el mundo quiere una dosis de lo que sea. Y rapidito, que me las quitan de las manos. No ha hecho falta tirar de Elvis como en la vacuna de la polio, ni de Fraga, nuestra "pelvis" en Palomares, lo que significa que nos guardamos a Dulceida para el comodín de la llamada (un pico por si hay que seguir homenajeando a directores patrios).
Ya ven que no hay nada nuevo en Netflix. "Lo que aquí se cuenta ya ha sucedido antes y volverá a suceder", que decía la voz en off de Peter Pan. Lástima que los menores de 7 años ya no puedan aprenderlo porque hay padres a los que una película de dibujos les quita el sueño. Así que lo dicho, pónganse a contar vacunas eléctricas u ovejas inmunizadas. La cuestión, como siempre, es liar al rebaño.
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