Uno no sabe lo que vale un 'Mata Mua' hasta que lo pierde. Este virus ha venido a recordarnos cosas así. Ninguna pinacoteca es para siempre
Uno no sabe lo que vale un Mata Mua hasta que lo pierde. Este virus ha venido a recordarnos cosas así. Ninguna pinacoteca es para siempre. Según parece, Tita Cervera, como cualquier otro vivíparo poscovid, necesita cash y ha hecho lo que cualquier baronesa haría, descolgar un Gauguin del museo y colgarlo en eBay. Por hacer un símil futbolístico -aunque solo sea por aquello del Ministerio de Cultura y Deporte-, la pintura que ahora se vende, el Mata Mua (Érase una vez en traducción al castellano de Sergio Leone), joya de la corona de la colección Thyssen, se siente como un crack desatendido, jugarreta típica de todo representante cuando hay una comisión en juego.
Desde que La Baronesa y el estado unieron sus destinos artísticos, hace más de dos décadas, se han firmado casi una veintena de contratos. Ni Messi renueva tanto. Lo sabemos ahora que ha vuelto el fútbol enlatado, como una sitcom deportiva que, a falta de buenos guionistas, señala, con risas pregrabadas, donde está el chiste. Es la forma más llevadera de trampear esta tregua. O eso, o el último reality que ha estrenado Telecinco, La Casa Fuerte, en alusión a Cayetana Álvarez de Toledo, marquesa, mira por dónde, de Casa Fuerte. Y hablando de chozas, la última prueba de exteriores en Masterchef fue un publirreportaje en toda regla, dentro de una televisión pública, de una de las fincas de Samantha Vallejo-Nágera, nietísima de aquel psiquiatra franquista que quiso demostrar a toda costa que ser rojo era una enfermedad mental.
Cualquier cosa vale con tal de mantener al personal distraído, no vaya a ser que se percate de que en Pekín, capital de la transparencia, se han vuelto a cerrar colegios por un rebrote chungo. Veremos con qué milonga nos salen. Lo de la gripe, ya no cuela. Quizá una apendicitis. Lo que está claro es que el bicho tiene ganas de juerga. Solo falta ponerle fecha al reestreno de la segunda entrega. Se me ocurre la Diada, el próximo 11 de septiembre, por ejemplo, para que "el diablo" de turno, después de probarlo con el feminismo, pueda culpar ahora al independentismo "de la destrucción de España", en palabras del Papa Benedicto, según destapa el exministro de Interior, Jorge Fernández Díaz.
A todo esto, todavía no hemos hablado de cifras. El Gauguin de la discordia está valorado en 40 millones de euros -precio amigos para siempre-, un poco más de lo que el Barça pagó por Trincao, un buen nombre, por cierto, para cualquier pelotazo. Pictórico o deportivo.
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