Mientras usted y yo nos pegamos tiros en Twitter, que es la forma más barata de precalentar el futuro, no hay ni un solo ministerio en riesgo de ERTE. Y quien dice ministerio, dice diputación, capilla y submúltiplos
Mientras usted y yo nos pegamos tiros en Twitter, que es la forma más barata de precalentar el futuro, no hay ni un solo ministerio en riesgo de ERTE. Y quien dice ministerio, dice diputación, capilla y submúltiplos. "La gente no quiere la guerra, pero siempre puede ser sometida a la voluntad de sus líderes. Es fácil. Todo lo que hay que hacer es decirles que sufren un ataque y denunciar a los pacifistas por su falta de patriotismo y por exponer al país al peligro. Funciona en todas partes". La frase es de Hermann Göring, capitoste nazi, durante los juicios de Núremberg, y la recoge ahora Enric González en El odio, instrucciones de uso.
La cosa se está polarizando, que es como la dejamos justo antes de irnos de pandemia (ya saben, polarizador que polariza buen polarizador será), aunque ahora, después de tanto jubileo happy flower, una jam session del congreso parece gore con burbujas para peritos mercantiles. Ha vuelto antes la crispación que el fútbol, que ya es decir. En Estados Unidos, incluso, han matado a un negro para celebrar el aquelarre. Lo que indica que en cuatro días, el coronavirus será solo asunto de los periódicos locales. "Me muero de ganas de que termine el estado de alarma, y dejar de estar sujeto a las normas injustas dictadas por este gobierno, para pasar a estar sujeto a las normas injustas dictadas por mi autonomía o ayuntamiento", escribía en El Mundo Ricardo F. Colmenero.
Ya podemos adelantar que en esta fase final de la primera temporada de la crisis, la economía ha impuesto sus criterios sanitarios. No hay hospital sin tesorero. Por eso hay tanta prisa en desescalar colegios y desprecintar playas. Otra vez, los ancianos sobran y los niños molestan. Ya estamos, de nuevo, en la casilla de salida. Listos para ensamblar rebrotes. Que una cronista parlamentaria como Sonsoles Ónega se pase a los realities es la mejor metáfora de lo que nos ocurre. En el fondo, hablamos del mismo plomo. Delirante.
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