La ética, sometida a un riguroso entrenamiento de redes sociales, ha conseguido una flexibilidad digna del mejor Van Damme, aquel que se despatarraba justo antes de liarse a puñetazo limpio
FOTO: Gustavo Belemmi |
El rey Baltasar de Andoain provocó uno de los grandes revuelos de las pasadas Navidades al confesar que los Reyes Magos son los padres. Y eso que no desveló otros misterios, los secretos de estado hay que administrarlos con tiento, como, por ejemplo, que sus Majestades de Oriente en realidad vienen de Amazon, el pulmón comercial del planeta. Aprovechando las fechas, Gemma Galdon Clavell se preguntaba en El País si ¿es ético comprar en Amazon? (1), un artículo que descifra el auge desorbitado de los famosos GAFA (acrónimo de Google, Apple, Facebook y Amazon), gigantes tecnológicos, maestros de la ingeniería fiscal que ofrecen toda "la comodidad" del mundo a un consumidor de sofá, cada vez más solitario y con menos tiempo, para ruina del comercio tradicional.
Hace diez años, cuando todo comenzaba, The New Yorker avisó con una viñeta en portada. En la ilustración se veía a un librero cerrando las puertas de su negocio mientras su vecina recibía un envío de libros con el logo sonriente de Amazon (2). Esta misma semana, en Zaragoza, la vanguardista y laureada librería Los Portadores de Sueños, Premio Cultural en 2012, anunció su cierre definitivo (3).
El historiador Yuval Noah Harari, autor del celebrado Sapiens. De animales a dioses, escribe en Los cerebros hackeados votan: "Para conseguir piratear a los seres humanos, hacen falta tres cosas: sólidos conocimientos de biología, muchos datos y una gran capacidad informática (...) La propaganda y la manipulación no son ninguna novedad, desde luego. Antes actuaban mediante bombardeos masivos; hoy, son, cada vez más, munición de alta precisión contra objetivos escogidos (...) Algunas de las mentes más brillantes del mundo llevan años investigando cómo piratear el cerebro humano para hacer que pinchemos en determinados anuncios y así vendernos cosas. El mejor método es pulsar los botones del miedo, el odio o la codicia que llevamos dentro. Y ese método ha empezado a utilizarse ahora para vendernos políticos e ideologías"(4).
No hay que olvidar, tal y como remarca en Las musiquillas pegadizas de los flautistas de Hamelin, José Andrés Rojo, que "hace frío en la intemperie y da miedo caminar solo por el mundo; además, nada hay mejor en tiempos de tribulación que saberse dentro de algo más grande, que empuja, que propone un sentido, que garantiza unas ilusiones y unas fortalezas que no se encontrarían en otro lugar"(5).
Desde su columna, Enric González apuntilla: "Es fácil mirar hacia otro lado. También es fácil justificarse ¿Qué puedo hacer yo? Esa frase resulta muy eficaz". Al fin y al cabo, "la ética está hecha de un material muy flexible"(6).
(1) https://elpais.com/tecnologia/2018/12/21/actualidad/1545407088_015525.html
(2) https://www.elperiodico.com/es/opinion/20180516/que-ves-en-esta-vineta-de-the-new-yorker-columnar-miqui-otero-6821688
(3) https://www.heraldo.es/noticias/ocio-cultura/2019/01/10/cierra-libreria-los-portadores-suenos-tras-anos-vanguardia-cultura-1286477-1361024.html
(4) https://elpais.com/internacional/2019/01/04/actualidad/1546602935_606381.html
(5) https://elpais.com/internacional/2019/01/04/actualidad/1546605756_247286.html
(6) https://elpais.com/elpais/2018/12/28/opinion/1546019093_140847.html
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