Monodiálogos y microplásticos

Inhumar, exhumar; inhumar, exhumar... Lo mismo podríamos estar en clase de yoga que en un curso de primeros auxilios subvencionado por el paro. Es cogerle el tranquillo y todo el cuerpo entra como en un trance parlamentario





Inhumar, exhumar; inhumar, exhumar... Lo mismo podríamos estar en clase de yoga que en un curso de primeros auxilios subvencionado por el paro. Es cogerle el tranquillo y todo el cuerpo entra como en un trance parlamentario. Dice Manuel Jabois que "se considera democracia el sistema político que te da derecho a vivir bajo la dictadura que prefieras"(1). Y en esas estamos, dándole vueltas a un 2018 de cuerpo presente, sin saber todavía qué hacemos con él, si lo incineramos o lo criogenizamos. Lo único seguro, por ahora, es que nos deja microplástico como palabra del año según la Fundéu (2), tomando el relevo de escrache, selfi o aporofobia, vencedoras en anteriores ediciones de un talent show por el que también han hecho sus gorgoritos otras voces como sobreturismo, nacionalpopulismo, procrastinar o sororidad; ya ven ustedes que en cuestión de idioma también se impone el crossover, aunque luego uno, metido en jerga urbana, no tenga dónde aparcarlo. 

Por animar al personal a hacer un uso correcto del vocabulario, Manuel Rodríguez Rivero recuerda en El País que en adoptauntio.es, los candidatos que se expresan sin faltas de ortografía tienen más posibilidades de ligue que los patanes del lenguaje. Así que, aunque solo sea como estímulo, aconseja que el Nuevo Libro de Estilo de la Lengua Española incluya "en los paratextos de cubierta o en una faja colocada ad hoc las ventajas de la buena expresión para conseguir y dar favores sexuales"(3). Por su parte, Sergio del Molino responsabiliza a la tele, antigua "uniformadora social" que fusionaba a abuelos, padres y nietos en torno a un mismo sofá, de la falta de diálogo intergeneracional, del desajuste comunicativo: "En casa de mis padres hay más teles que personas, porque las personas  (los hijos) nos hemos ido marchando y las teles han ido ocupando las habitaciones vacías (...) Mi madre aún enciende la televisión para ver qué echan, como hacían en el salvaje siglo XX, y se somete a la tiranía de los horarios de la parrilla en vez de darle al play cuando le da la gana. Incluso puede tragarse entero un bloque de publicidad (¡publicidad en medio de un capítulo! ¡Qué bárbaros eran los antiguos!)"(4) .

Desde La Vanguardia, Sergi Pàmies aporta lucidez a tanta cosecha de vocablos: "Quizás deberíamos aprovechar esta simpática fiebre de balances lingüísticos para preguntarnos qué palabras y expresiones utilizamos más de la cuenta. Y, sobre todo, para intentar averiguar cuáles han sido nuestros mejores silencios del año"(5).


(1) https://elpais.com/elpais/2019/01/08/opinion/1546965528_245273.html
(2) https://www.europapress.es/cultura/noticia-microplastico-palabra-ano-fundeu-bbva-20181229105301.html
(3) https://elpais.com/cultura/2018/12/26/babelia/1545837483_378770.html
(4) https://elpais.com/cultura/2019/01/05/television/1546707160_946035.html
(5) https://www.lavanguardia.com/cultura/20181228/453786289272/cosecha-de-palabras.html

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