Se trata de reducir la biblioteca familiar a expositor de escaparate, con el lomo de las novelas a juego con la tonalidad de los cojines
Los hogares con estilo, los que de verdad molan, son los que tienen menos de 30 libros (1). Cuestión de salud mental -léase El Quijote-. Lo dice la youtuber japonesa y autora superventas, Marie Kondo, en Netflix. Se trata de reducir la biblioteca familiar a expositor de escaparate, con el lomo de las novelas a juego con la tonalidad de los cojines. Todo muy fashion, tan minimalista como un decorado: listo para actuar. Es la moda del nudismo literario, que llega justo ahora que, como recalca Martín Caparrós: "Somos tan pobres que ni siquiera tenemos la culpa"(2).
Ante semejante reduccionismo, no es de extrañar que surjan iniciativas como Poesía de Emergencia, un teléfono al que llamar por si a uno le entra de pronto, en mitad de uno de esos pisos libres de letras, el mono de versos (3). Otra tendencia más, como la de esos ensayos que conquistan estanterías desmontando, a base de cifras, la visión trágica del mundo que vocifera la prensa a diario. Lástima que los números, por sí solos, sean tan impersonales. Uno no les pone cara y ojos, tampoco título ni apellidos, y así resulta muy difícil encariñarse. Manuel Vicent, tal y como recoge Màrius Carol en La Vanguardia, lo resume así: "Mi lucha por la existencia consiste en que a la hora del desayuno sea mucho más importante el aroma del café que las catástrofes que leo en el periódico abierto junto a las tostadas"(4).
(1) https://www.lavanguardia.com/cultura/20190112/454080101867/marie-kondo-orden-30-libros-netflix.html
(2) https://elpais.com/elpais/2019/01/07/eps/1546863563_564035.html
(3) https://www.yorokobu.es/poesia-emergencia/
(4) https://www.lavanguardia.com/opinion/20190113/454097848366/minusvalorar-el-pesimismo.html
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