¿Qué hace un virus como tú en un sitio como éste?

Aborrecemos cualquier toque de queda socialcomunista, pero cuando nos dejan sin los diez mandamientos, nos pasamos el sentido común por el forro de la zambomba



Si lo piensan, existe un terraplanismo familiar en la idea pseudocientífica de pasar la Nochebuena juntos. Escribo terraplanismo, que viene de terraplén, o sea, curva, derrape y batacazo. Somos negacionistas desde san Pedro. Y tiene gracia, porque aborrecemos cualquier toque de queda socialcomunista, pero cuando nos dejan sin los diez mandamientos, nos pasamos el sentido común por el forro de la zambomba. Para algunos, la mala suerte, caer enfermo por ejemplo, es como la lotería, siempre le toca a los otros. Y semejante emperramiento, se debe, sobre todo, a esa tendencia publicitaria de dar jodienda al 2020. 

El humano se diferencia del pangolín, el visón o el murciélago -bichos oficiales de este año- por ser capaz de montar un negocio de cualquier despedida de solteros. También en la Puerta del Sol. No, el 2020 no se va a acabar en Nochevieja por muchos conjuros que traiga el Sálvame Naranja, como tampoco se acabó la guerra en el 36  (puede que ni siquiera en el 39), o la gripe española con el cotillón del 18. El coronavirus tiene cepa para rato, y se lo va a pasar en grande mientras corre el orujo y el turrón de Jijona. Luego, con el buche lleno, es hora de descorchar la típica mesa de debate donde se habla de lo de siempre, ya saben, las nuevas voces femeninas del cine iraní o el origen y frecuencia de las ondas de radio que surcan el universo. Y con semejante repertorio, más el monólogo real, no queda otra que desearles, como hace Sergio C. Fanjul en El País: "Feliz bicarbonato y próspero ibuprofeno". 

En memoria de F.G. y todos los que no merecían un final como éste.



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