El golpe

El problema de muchos cargos es que no caducan y uno puede llegar a pensarse que se heredan por vía intravenosa como cualquier cortijo



¿Se imaginan una Real Academia del Mangante con todos sus académicos discutiendo sobre las reglas de acentuación en los paraísos fiscales? Faltarían sillones. ¿Y qué me dicen de los discursos de ingreso? Tendrían que ser en streaming. Quién iba a perderse la lección de un chorizo sobre, qué sé yo, "El sentido poético del uso ilegítimo de las tarjetas black en la España dichosa" o "La reinterpretación del pucherazo en la economía de vanguardia". Existe todavía una escuela de saqueadores con mucho predicamento, piratas con ética de palo que se prodigan desde el palco del Bernabeu hasta la última sede provincial de veteranos de la brisca. 

Aquí para llegar lejos en la vida, o sea, para subir muy alto -porque el éxito todavía tiene cuajo de sindicato vertical-, hay que tomar el primer desvío de fondos que aconseja el mapa del tesoro. Lo digo por la última hora del chanchullo: "Los enfermeros se querellan contra su expresidente por saquear 20 millones de euros", según informa El Mundo (todo, claro está, con mucha presunción). Al parecer, el menda, que dirigió la entidad durante más de 30 años, habría utilizado dinero de la organización para sufragar todo tipo de gastos personales, que van, según detalla la denuncia, desde un piso para su hija hasta la carrera de Periodismo, pagada a tocateja, de la sobrina de otro colega en una universidad de altos vuelos. El problema de muchos cargos es que no caducan y uno puede llegar a pensarse que se heredan por vía intravenosa como cualquier cortijo. Luego llegan las confusiones. La primera vez que se utiliza la visa de empresa es para pagar una chocolatina en el Mercadona y, poco a poco, la pillería se va cronificando. Es curioso, sin embargo, que nunca ocurra lo mismo en sentido contrario. Me refiero a alguien que, entre tanto lío de huchas, ponga dinero de su propio bolsillo para sanear las cuentas públicas. Para colmo, entre lo que ha prescrito y lo que es interpretable, aquí no hay quien empapele a una mosca.

Paul Preston lo tituló Un pueblo traicionado. Valle-Inclán, en Luces de Bohemia, aún fue más duro: "En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo". Aunque el pelotazo es prepandémico, el asunto pasa de castaño porque hace ahora doce meses que los enfermeros, como el resto de sanitarios, tuvieron que enfrentarse a la peste con bolsas de basura por falta de medios.









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