Si lo sé no vengo

Hay dos profesiones en este país que no están lo suficientemente bien pagadas. La de rey y la de entrenador del Barça. Felipe VI y Ronald Koeman son dos sufridores (con permiso de los 4 millones de parados) que no ganan para disgustos



Hay dos profesiones en este país que no están lo suficientemente bien pagadas. La de rey y la de entrenador del Barça. Felipe VI y Ronald Koeman son dos sufridores (con permiso de los 4 millones de parados, de los 900.000 trabajadores en ERTE o de los 500.000 autónomos en cese de actividad) que no ganan para disgustos. Ambos están unidos por el espíritu del 92, el año del Cobi, la mascota de Mariscal para los Juegos de Barcelona, que a ojos de hoy, suena a COVID mal escrito. 

En aquel año, hace 29, ambos se convirtieron en símbolos. Koeman marcó el gol de Wembley, ya saben, la primera Copa de Europa para el Barça, el dream team y bla, bla, bla. Felipe VI, en aquel entonces Felipe a secas o príncipe Felipe, fue el abanderado olímpico y bla, bla, bla. Para colmo, Cuéntame, la serie que se ha convertido en la enciclopedia Espasa-Calpe de la televisión española, ha decidido por primera vez ligar pasado y futuro. Lo ha hecho esta temporada, donde alterna la vida de los Alcántara en 1992 con lo que queda de los Alcántara en la actualidad, que es un poco lo que queda de cada uno de nosotros mismos a 30 años vista. (Si quieren más coincidencias, hay tienen a Urdangarin, el eslabón perdido entre los azulgrana y la corona).

Decía, que por mucho que se esfuercen -suponemos que lo hacen- luego llega el dichoso entorno y desmonta el artilugio. Y así no hay manera de que luzca un posado en Marivent o un 3-5-2 frente al Sevilla. Cuando no es una cuenta en Suiza, son las infantas vacunándose por inercia en Abu Dabi, y cuando no, el Barçagate. Lo del fútbol se olvidará pronto, un par de fichajes y listo. Lo de la Casa Real tiene peor pinta. Se diría que los Borbones -una parte al menos- se han vuelto republicanos. Y si hay que montar otro 23-F para reivindicar el papel de la corona, no sé si sale a cuenta. También es mala suerte que justo ahora que se vislumbra una reina en la cadena sucesoria, se vaya a pique la monarquía. El heteropatriarcado es capaz de cualquier cosa con tal de cargarse el 8-M. 

Y así, mezclando churras con merinas, nos vamos olvidando de lo que realmente importa: los 4 millones de parados, los 900.000 trabajadores en ERTE o los 500.000 autónomos en cese de actividad... Y no es la cifra en sí, los 4 millones sólo son el anzuelo informativo. El gran problema de España es el paro. Y viene de lejos, por mucho que ahora nos pretendan colar que la culpa es de la pandemia. (O sea, del dichoso entorno). Cada vez que se nubla el cielo en este país o se constipa el ladrillo, automáticamente, se destruyen un millón de empleos. Y eso tiene que ver con el modelo económico, basado en el pelotazo. Y lo peor es que no hay gobierno que lo corrija.



 

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