Filomena, Gabilondo o el final de una época

Que mueran de frío dos vagabundos en Barcelona es peccata minuta, al fin y al cabo, no va a provocar ningún colapso en las urgencias ni va a dejar al Real Madrid sin volar a Navarra




Que mueran de frío dos vagabundos en Barcelona es peccata minuta, al fin y al cabo, no va a provocar ningún colapso en las urgencias traumatológicas ni va a dejar al Real Madrid sin volar a Navarra. Donde pone vagabundos, escribimos sintecho, y en vez de morir congelados, decimos de hipotermia, y la noticia se autorregula como un termostato eléctrico. Si lo piensan, la nieve actúa como un sexador económico, con lo fácil que resulta poner la calefacción en modo Malibú y disfrutar de la caída de copos desde los ventanales de cualquier mansión mientras hacemos aeroyoga. Pero no, los pobres, que también lo son por no saber gestionar borrascas, tienen esa manía insensata de agarrarse una pulmonía en cuanto baja el termómetro, esa manera tan poco refinada de enfrentarse al frío polar con un cartón de vino en lugar de aprovechar las posibilidades que ofrece el esquí de fondo o disfrutar de la tabla de snow que todos tenemos muerta de risa en el garaje del 4x4. 

Para la gente normal, la prototípica familia española, ya saben, con su trabajador en Erte por aquí y su autónomo por alláEl País aconseja: "¿Qué hacer con el dinero ahorrado el año de la pandemia?". Precisamente, en El fin de una épocaIñaki Gabilondo, que ha sido noticia estos días porque abandona su análisis político diario, ya escribía: "Ni el periodismo ni los políticos son capaces de respetar el papel de los protagonistas de la vida, y es esa actitud la que lleva a la gente a contemplar a unos y a otros, periodistas y políticos, casi como miembros de una secta". También en El País, Ken Loach, refiriéndose a lo que ha aprendido durante este 2020, remarca: "Cuando la izquierda no habla a los desesperanzados, la ultraderecha los conquista". 

La frase podría ser una nota a pie de página de lo que ha ocurrido en el Capitolio. Poco a poco, vamos conociendo detalles del asalto, sedición, chirigota o macroselfi. Al parecer, una de las víctimas, un policía, fue golpeado por un extintor. Sergi Pàmies lo desgrana como síntoma en su artículo de La Vanguardia: cuando un invento contra el fuego sirve para avivar un incendio es que algo no funciona.





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