En el nombre del padre

Hacía siglos que un padre no enviaba una carta a un hijo. Ahora todo se resuelve por whatsapp. Lo que indica que la monarquía tiene un desfase horario

Lo peor de las vacaciones, además del cloro de las piscinas, son sus finales dramáticos. Siempre abruptos. La muerte de Chanquete, la despedida de Danny Zuco y Sandy o el más reciente world tour de Juan Carlos. Este verano, de hecho, ha acabado tan pronto que todavía no sabemos si ha comenzado. Hacía siglos que un padre no enviaba una carta a un hijo. Ahora todo se resuelve por whatsapp. Lo que indica que la corona tiene un desfase horario. Agosto, de por sí, es un mes mitológico, lo sé. Cualquier comisión en el tren de la bruja sirve, según los monárquicos, para que el republicanismo en funciones monte la guillotina en mitad de una portada. ¡Qué fervor por el cogote ajeno!

Esta ha sido, digámoslo ya, la semana más Real del año. El resto, por lo visto, solo fueron ficciones publicitarias. Todos los artículos conducen a Zarzuela. Para un sector de la prensa, el emérito se inventó él solito la democracia en el garaje de la casa de sus padres en Estoril. Puro talento. Como Steven Jobs, pero en plan campechano. Del wifi al Yatekomo, cualquier modernez que se haya visto en las Españas en los últimos cuarenta años se diría que es gracias a la Visa de Don Juan Carlos. Para el otro bando, tal y como él mismo teme, solo será recordado por Corinna y el elefante que no es, precisamente, el título de una nana. Y como parece que hablamos de dos personas distintas, toca posicionarse de nuevo, como si ser trabajador en ERTE y del Fuenlabrada no fuera suficiente lío. Para estos casos, se recomienda la lectura del Doctor Jekyll y Mr. Hyde. Resulta curioso, además, que los más severos del jurado popular sean tan promiscuos en otras bacanales. Ya saben aquello de que las arcas públicas ya no pueden con tanto patriota.

Bastará con dejar escrito para futuras generaciones que Juan Carlos fue, eso sí, el primer influencer de España. Su imagen coronaba las pizarras de todo el reino y las monedas de cinco duros (un pastizal de la época en chuches). También era el monologuista oficial de Nochebuena, con un discurso que, supuestamente, le entraba por un maletín y le salía por el otro. Cabe recordar que venía con el tetris de la Transición. Y que lo aceptamos bajo el lema plus ultra de "a monarca regalao no le mires el diente". Con tal de dar portazo al franquismo hubiésemos celebrado al mismísimo Pescaílla. Y aún así es cierto que en las primeras temporadas tuvo registros goleadores aceptables. Luego se fue aposentando en el banquillo de la inviolabilidad y, desde ahí, fue gestionando su particular ImsersoPor eso, a la vuelta de las vacaciones en Punta Cana (dicen los más allegados que se marchó a lo Terminator, con el típico "volveré"), el filósofo Joaquín Jesús Sánchez propone en The Objective montarle "un 23-F pequeñito, para que vuelva a sentirse joven".

Podemos pasarnos un trimestre colándole memes al Faro de Vigo. Mucho me temo que a medida que vayamos batiendo récords de contagios lo más republicano que veremos en nuestro buzón será un catálogo de IKEA. Entonces nos dirán que, por el bien de las pensiones, lo más sensato es hacer Borbón y cuenta nueva.








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