Todavía hay quien no ha asimilado nuestra propia historia. Algunos consideran que la guerra civil tenía que ocurrir, ya saben, la República iba provocando... Eso sí, de la historia de las Antillas conocemos todo el repertorio
1.- Hay confinamientos que se ganan en los balcones y se pierden en los despachos. El nuestro, año y medio después, todavía colea. Llámenlo morriña. Dice el Constitucional que el estado de alarma es una cursilería. Para apocalipsis zombis, invasiones alienígenas o desatascos, tenemos el estado de excepción, mucho más hardcore, te permite desplegar una flota de portaviones en cada humedal o llenar de cazabombarderos el cielo de la España vacía. ¿Pero la denuncia no era porque el gobierno se había excedido? Pues ya ven, por lo visto, no fue para tanto. Según el Constitucional, no sólo no se excedió sino que se quedó corto. Y a partir de ahora, ¿qué? En la próxima gripe en lugar de sanitarios vamos a necesitar un bufete de abogados. Por suerte, siempre nos quedará Cuba.
2.- Que en Cuba se pasa hambre (y otras cosas) ya lo cantaba Pau Donés, y nosotros lo tarareábamos sin ideología. El Caribe sólo nos preocupa si peligra la pulserita del todo incluido. Lo demás es demagogia, como siempre, como en Venezuela. Todavía hay quien no ha asimilado bien nuestra propia historia. Hablo, por supuesto, de la guerra civil, algunos consideran que aquello tenía que ocurrir, ya saben, que la República iba provocando... Eso sí, la historia de las Antillas, la sabemos al dedillo. ¿Qué está pasando en Colombia, Nicaragua, Haití o Sudáfrica? Eso, me temo, no vende. ¿Por qué es tan importante ser diplomático con Marruecos, cuna de las libertades, pero no con La Habana? La revolución siempre mola más desde el sofá de casa. Lo peor es cuando llega a tu calle. Entonces, más de uno pierde los estribos y se asoma al cenador para insultar a lo loco. Soltar, qué se yo, un tolili, por ejemplo.
3.- Han pillado a Florentino en versión macarra, con el insulto encuerado, como un pandillero en el musical de Grease. La prueba son unos audios que se grabaron de extranjis, o sea, a micrófono oculto, lo que viene siendo deporte nacional en los últimos tiempos. A lo que vamos, Florentino insulta que da gusto. Las grabaciones son del catapún y eso nos mete en otro debate: ¿Cuánto tarda en prescribir un insulto? De todo lo que se ha filtrado, lo más preocupante, tal vez, es la capacidad que tiene el presidente del Real Madrid de toquetear el periodismo, de poner o quitar nombres según le sale del palco. Y sin embargo de lo único que se habla es del piropo en arameo. Tolili. ¡Uy lo que ha dicho! Tolili, como escribe José F. Peláez en ABC, es un insulto de la familia gilipichis o jopetas. Se aprende, claro está, en las escolanías más chungas. Con empresarios así, dan ganas de compartir velada en la quinta luna de Júpiter.
4.- Ahora para ser alguien hay que tener un cohete aparcado en la puerta. Ha comenzado el desmadre espacial, que tiene pinta de los autos locos pero en plan megapijo. Para colmo, los marcianos no piden PCR. Así que puede viajar cualquiera. Cualquiera con 23 millones de euros en la riñonera. Puede que la Generalitat financie algún billete con dinero público. Hecha la ley, hecho el lío. Miren la sala de plenos de Barcelona. Obligada por el Supremo, Ada Colau, con mascarilla republicana, ha puesto un retrato del rey muy pequeñito, parece un liliputiense. Todo son gestos, mímica barata, politiqueo cutre. Dice Pedro Sánchez que quiere que España sea el Hollywood de Europa... Y en esas estamos, creando nuestro propio archivo de tomas falsas.
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