Pan y rosas

La parte contratante de la parte más patriótica cree que el 8-M es el día de la Bestia. Se trata de demostrar, off de record y a toda costa, que el feminismo es tan peligroso como un pangolín sin antirrábica y que la manifestación de Madrid fue poco menos que el Wuhan europeo



La parte contratante de la parte más patriótica cree que el 8-M es el día de la Bestia. Se trata de demostrar, off de record y a toda costa, que el feminismo es tan peligroso como un pangolín sin antirrábica y que la manifestación de Madrid fue poco menos que el Wuhan europeo. A quién le importa si la OMS declaró la pandemia tres días más tarde -veremos si algún informe no vincula la demora a un telefonazo de Marlaska-. O que ese mismo fin de semana se disputase a tumba abierta la jornada 27 de La Liga. Por no hablar de la Champions... Por cierto, ¿qué hacía Vox, sabedor de todo lo divino y humano, en Vistalegre? 

Puede que el 8-M, tal y como estaba el cotarro, no fuera la idea más brillante del siglo, pero hubo concentraciones en medio mundo y a nadie se le ha ocurrido utilizarlo como kryptonita. De hecho, si aceptamos la fecha como el origen de la peste española, también sería conveniente recalcar que su resaca, el 9-M, lunes laborable, con más de un millón y medio de madrileños en el Metro, camino de sus trabajos, fue, en consecuencia, como ir al matadero. Llama la atención que los quejosos sean los que se han mostrado más críticos con el confinamiento y el parón económico. Hasta el punto de alentar batucadas. Debe ser que el bicho sólo se contagia en según qué sambódromos

Lo grave de todo esto es que durante unas semanas casi todos nos lo tomamos a coña. Seguramente, envalentonados por la trola aquella de que sólo era una gripe. Si alguien ocultó información, que pague la carnicería. Ese debería ser el objetivo principal de Los hombres de Paco. O el porqué estaban los hospitales tan desabastecidos; o quién decidió abandonar las residencias a su suerte. Lo demás es circo, el ejercicio de un trilero en busca de un chivo expiatorio, ya sea un negro, un moro, un sudaca, un maricón o una mujer con una manzana. De lo que se trata es de acabar chupando cámara, como hizo Trump, posando con una Biblia que había salido de un bolso de 1.540 dólares para dejar bien claro que violencia y fe comparten árbol geneálogico. Y reducir cualquier crisis hasta el colmo de la gilipollez humana. Así el debate nacional se parece cada vez más a una final de Supervivientes, ya saben que esta edición, una de las más vista de la historia por motivos evidentes, la ha ganado un guardia civil -Telecinco no da puntada sin hilo-. Algunos ya sueñan con que Mediaset sustituya a Tezanos. 








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