Generación del 98

Comienza la desalarma, que es como apagar el despertador, media hora más de sueño para volver a llegar tarde



Comienza la desalarma, que es como apagar el despertador, media hora más de sueño para volver a llegar tarde. En la guantera, 98 días de BOE, casi una oposición a funcionario de prisiones. Ahora, en riguroso directo, pausa para la hidratación, ya saben: turismo profiláctico, botellón de gel hidroalcohólico y tattoos con el careto de un epidemiólogo. La peña tiene ganas de reventar estatuas en Benidorm al compás de María Jesús y su acordeón. Un desmadre para celebrar que solo han sido 28.315 los muertos oficiales (con el tique descuento). Casi nada. San Mamés a medio croma. Y como la cosa va de resacones, no descarten alguna que otra despedida con un Sansón disfrazado de marine que realiza lo nunca visto: un striptease integral, quiero decir quitándose la mascarilla para enseñarnos los premolares. O máquinas expendedoras de FFP2 extrafinas para filetazos con sabor a fresa ácida. Las cuarentenas, si son de catálogo, vienen con estampida desplegable. Toda esa tabarra de la "nueva normalidad" va camino de convertirse en la americanada más cutre de la cartelera, tiro al pichón comunista incluido en la barbacoa. Una especie de versión pro evolution de aquel refrán que decía: el muerto al hoyo y el vivo a tocar la balalaica. Lo mejor, ya empiezan a desprecintarse los parques infantiles. Un columpio no puede ser el escenario de un crimen.

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